“Frankenstein” camina en el Diana

GUADALAJARA, JALISCO.- Frankenstein  volvió a dar sus primeros pasos. La noche pintaba ser especial, a la entrada ya se respiraba un ambiente curioso sobre avenida 16 de septiembre. Enormes luces se divisaban a distancia del Teatro Diana; el acceso había sido adornado de tal manera que nos recordara a un bizarro laboratorio.

El personal del teatro vestido con bata daba la bienvenida a los asistentes quienes emocionados llegaban de riguroso color negro, gabardina, ojos delineados y maquillaje pálido, todo para encajar en un ambiente al que sólo le faltaba la chispa para que comenzara a funcionar. Y esa descarga vendría desde el escenario.

¡Vive!
Al punto de las 21:06 horas las luces del recinto se apagaron magnetizando la atención sobre el escenario. La puesta en escena correspondiente a la obra de Mary Shelley, quien narra la obsesión del doctor Víctor Frankenstein en la creación de un “hombre perfecto” comenzó a ser narrada. La escenografía hace un buen uso de los recursos de todo el teatro: proyectores, pantallas, luces y humo logran envolver adecuadamente al espectador.

Punto y aparte la música, con un destacado trabajo en las vocales de José Fors (el Ente) y Ugo Rodríguez (Víctor Frankenstein), y sobresaliente en el caso de Iraida Noriega (Elizabeth), que a pesar de ser breve fue quien brilló y capturó la atención de la audiencia. Con una banda tocando en vivo, detalle que pasó desapercibido para la mayoría de los espectadores hasta el final de la obra, la trama avanzó sin mayores tropiezos.

En resumen la propuesta de ópera rock cumple a la perfección la promesa de captar la atmósfera fúnebre de los personajes y dotar de paso con la energía de la música las interpretaciones, predominantemente rock y baladas.

Hoy y mañana habrá un par de oportunidades de atestiguar el caminar de este Frankenstein de espíritu tapatío.


Las manchas
La falta de cultura de varios espectadores que confunden el teatro con estadios de futbol al introducir papitas y lonches cuando está prohibido ingresar a la sala con cualquier tipo de alimentos. Quienes no apagaron el celular e incluso se ofendieron profiriendo un sonoro “estoy atendiendo” al personal de seguridad que les solicitaba apagarlo.

Francisco González / EL INFORMADOR