Martes, 23 de Abril 2024

“Cuando se empezó a inundar nos salimos corriendo y ni tiempo de agarrar algo, ya no tenemos nada”

Decenas de habitantes de la colonia Miramar sacaban el agua de sus fincas y retiraba con palas el lodo de sus entradas, intentado rescatar lo poco que se podía

Por: Rubí Bobadilla

El agua que bajó desde el Bosque La Primavera tras las lluvias del sábado y el domingo, alcanzó alrededor de un metro y 50 centímetros de altura. EL INFORMADOR / G. Gallo

El agua que bajó desde el Bosque La Primavera tras las lluvias del sábado y el domingo, alcanzó alrededor de un metro y 50 centímetros de altura. EL INFORMADOR / G. Gallo

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Sobre el agua, en medio del lodo, flotaban las cebollas y los chiles que Paulina había comprado con esfuerzo para hacerles de comer chiles rellenos a sus cuatro hijos. También flotaban la tele, algunos trastes, ropa, zapatos y la desventura.

“¿Por qué me pasó esto a mí, a nosotros? ¿por qué si no soy una mala persona?”

Lo perdieron todo. El agua que bajó desde el Bosque La Primavera tras las lluvias del sábado y el domingo, alcanzó alrededor de un metro y 50 centímetros de altura. Lo decían las marcas de tierra y humedad que quedaron como testigo de las dos inundaciones del fin de semana; echaron a perder la cama, el refrigerador, los pocos muebles, la licuadora, y todo lo que el arrastre encontró a su paso.

La primera inundación ocurrió la tarde del sábado, estaban comiendo cuando el agua y el lodo provenientes del arroyo “El Seco”, que desbordó esa tarde por el escurrimiento del agua del bosque, entraron de lleno a la casa abriendo incluso la puerta. Como pudieron salieron de la vivienda ubicada sobre la calle Costa Chica, en la colonia Miramar, una de las 17 colonias que tuvieron afectaciones por el desastre.

La segunda inundación llegó la tarde del domingo por la acumulación del agua en el mismo arroyo, también ocasionada por el agua de la lluvia que no fue absorbida por la tierra del bosque, que este año sufrió una de las mayores afectaciones en cuanto a incendios forestales en los últimos 10 años: casi 10 mil hectáreas que se vieron alcanzadas por 56 incendios registrados al interior del Área Natural Protegida (ANP), de acuerdo con estadísticas del OPD Bosque La Primavera.

Fue hasta este lunes que Paulina pudo ver los daños de su vivienda. Casi se desvanece cuando por fin logró abrir la puerta atestada de lodo y ramas. Gritó, lloró, y como pudo sacó fuerzas para comenzar a amontonar sus pertenencias echadas a perder por el arrastre del arroyo.

"Mi niño, el chiquito, ya se me andaba ahogando. Ya no tenemos nada, mejor quisiera morirme. ¿Con qué voy a arropar a mis niños?”

“Cuando se empezó a inundar nos salimos corriendo y ni tiempo tuvimos de agarrar algo. Ya no tenemos nada. Mi niño, el chiquito, ya se me andaba ahogando. Ya no tenemos nada, mejor quisiera morirme. ¿Con qué voy a arropar a mis niños?” se lamentaba Paulina, quien trabaja recolectando chatarra para dar de comer a sus hijos y colaborar con los gastos de la casa, donde también vivía su hermana con sus tres hijos.

Para Carolina, una de sus hijas, lo más importante que pudo rescatar fueron sus fotos, entre ellas una que la recordaba como bebé y otra de su primera comunión, aunque ya no había mucho que recuperar de la vivienda. Mientras tanto, parecía que los más pequeños no entendían todavía la gravedad de la situación, pues se entretenían jugando a entrar y salir del hoyo que se formó en una de las paredes remojadas por el agua, el cual daba a una casa contigua.

Pero fueron justamente los niños, sus vecinos, quienes la ayudaron a ella y a sus hijos a sacar las cosas de la vivienda. Entre ellas salió un virgen y salió un cristo, a quienes Paulina les preguntaba con lágrimas en los ojos “¿Por qué me pasó esto a mí, a nosotros? ¿por qué si no soy una mala persona?”

Pero Paulina sólo era parte de una de las alrededor de 700 familias que habitaban en las 275 casas de las zonas aledañas al bosque que también lo perdieron todo, según datos de las autoridades estatales y municipales, quienes este lunes hicieron un recorrido en la zona para continuar con el censo de las afectaciones, a fin de buscar la Declaratoria de Emergencia a nivel estatal.

Decenas de vecinos en la misma cuadra sacaban el agua de sus fincas y retiraban con palas el lodo de sus ingresos, intentando llevar a la parte superior de la calle lo poco que habían salvado. El agua ya había bajado su nivel, pero seguía llegándoles a las pantorrillas, dificultando su trabajo de salvar lo poco que les quedó. Sin embargo, lo hacían con la esperanza de que las autoridades hicieran a la brevedad las gestiones necesarias para  para reunir los recursos del Fondo Estatal de Desastres Naturales (Foeden), con los cuales podrán comprar de nuevo sus refrigeradores y estufas perdidos, o alguna cama donde puedan volver a dormir, aunque con el miedo de que algo similar les vuelva a ocurrir durante este temporal.

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JM

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