Lo que ha sucedido en los últimos cuatro días en la frontera México-Estados Unidos, se puede convertir en una bomba de tiempo para las administraciones de ambos países.Una vez que los procedimientos de petición de asilo han cambiado -permitiendo que los solicitantes permanezcan en suelo norteamérica y ya no en Mexico-, cientos de migrantes se han presentado ante las autoridades norteamericanas solicitándolo. Del otro lado de la frontera, una vez registrados, quedan en libertad a la espera de la decisión de un juez que decida su futuro.En Texas, hasta el sábado por la mañana, se reportaban más de mil personas que habían ingresado por sus puntos fronterizos. Todos fueron liberados para que permanezcan con familiares o amigos hasta que tengan que presentarse en corte para que les de una resolución. Mientras que en California, sucede algo diferente. Una vez documentados, antes de quedar en libertad, deben de permanecer diez días en hoteles controlados por las autoridades mientras cumplen la cuarentena con motivo de la pandemia.De la forma como se han presentado los acontecimientos en los últimos días pinta para convertirse en la primera crisis para Joe Biden, en un tema de su agenda que es prioritario. Es indudable que lo sucedido motivara a miles de migrantes centroamericanos a recurrir al requisito de solamente presentarse en la frontera y solicitar el trámite de asilo.Pero la bomba no solo la tendrá el mandatario norteamericano, sino también Andrés Manuel López Obrador, ya que México es el país de paso de los migrantes. El problema es doble: de tráfico de personas y de control por los efectos sanitarios por motivo de la pandemia, además del conflicto de hacinamiento en la frontera estadounidense.México, durante la administración de Trump fue el policía fronterizo en el sur del país. Hoy López Obrador tiene la obligación de definir cuál será la postura. Si será impedir el paso de los migrantes militarizar la frontera sur, como sucedió con las caravanas que en noviembre y diciembre quisieron entrar, o bien darles paso un paso controlado y dejar que el vecino se ‘haga bolas’ con el problema.La pasión de Biden por ayudar a los migrantes puede traer como consecuencia que se termine la luna de miel que hoy vive en el principio de su administración o que tenga que tomar decisiones más estrictas para evitar que la bomba le explote en las manos. ¿Usted, qué opina?
