Domingo, 07 de Septiembre 2025

LO ÚLTIMO DE Ideas

Ideas |

Maduro, acosado

Por: Guillermo Dellamary

Maduro, acosado

Maduro, acosado

En la arena internacional no siempre mandan las palabras ni los tratados. A veces, lo que habla más fuerte son los silenciosos desplazamientos de flotas, los vuelos rasantes de aviones de combate, la presencia simbólica de un poder que se aproxima y manifiesta, sin decir: “ríndete, porque ya estás solo en este juego estratégico”.

Estados Unidos despliega sus naves en aguas cercanas a Venezuela como quien coloca piezas de ajedrez alrededor del rey acorralado. El mensaje no es únicamente militar, es profundamente psicológico. La presión busca quebrar la voluntad de Nicolás Maduro, recordarle que su poder interno se enfrenta a un gigante externo que tiene inmensos recursos. No son los misiles los que primero golpean, sino el miedo, la sospecha, la fatiga emocional de un régimen que vive sitiado.
La psicología política enseña que la resistencia de un líder no depende solo de su ejército o de sus discursos, sino de su capacidad para mantener cohesionada la narrativa que lo sostiene. Cuando el enemigo se hace presente con movimientos navales, con sanciones económicas, con recompensas monetarias o con diplomacia concertada, la grieta empieza a abrirse en la mente de quienes lo rodean. Generales, ministros, seguidores y aliados comienzan a preguntarse: ¿hasta cuándo resistir? Y en esa duda se fragua el principio de la rendición.

La psicohistoria nos recuerda que los imperios han usado desde siempre esta estrategia de presión indirecta: Roma desplegaba legiones en las fronteras para obligar a los reinos vecinos a pactar; los castillos se sitiaban en la Edad Media, la Guerra Fría se alimentó de demostraciones de fuerza que rara vez culminaban en un choque directo, pero que desgastaban hasta la capitulación. La fuerza material es apenas la superficie; lo decisivo es el efecto simbólico, el recordatorio constante de que el tiempo y la presión juegan del lado del más fuerte.

¿Puede dar resultado? Sí, si la presión es sostenida y logra dividir la voluntad de la élite gobernante. No, si el acosado encuentra respaldo real en potencias rivales que contrapesen la amenaza. La historia demuestra que el desenlace no se escribe con cañones disparados, sino con la erosión psicológica de la resistencia.

En el fondo, todo dictador teme más a la soledad que a las bombas. Porque cuando la mente se quiebra, el palacio más fortificado se vuelve jaula vacía. Y allí es donde el poder externo alcanza su verdadero triunfo: no al destruir al enemigo, sino al convencerlo de que ya está derrotado y muy pocos lo apoyan.

Veremos pronto el desenlace.

dellamary@gmail.com
 

Temas

Lee También

Recibe las últimas noticias en tu e-mail

Todo lo que necesitas saber para comenzar tu día

Registrarse implica aceptar los Términos y Condiciones