Viernes, 19 de Abril 2024

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Elecciones, racismo y revuelta

Por: Luis Ernesto Salomón

Elecciones, racismo y revuelta

Elecciones, racismo y revuelta

El proceso electoral en Estados Unidos se encamina a una polarización que presagia problemas inéditos. El tema del racismo se instala en la narrativa de las campañas como un punto polarizante.

Los partidarios del presidente reciben mensajes para activar movilizaciones a pesar de la pandemia: han chocado con los manifestantes del Black Lives Matter en Portland, Oregon. Mientras Trump difunde mensajes ante los edificios aun humeantes luego de las manifestaciones para iniciar el temor del desorden en las calles.

La estrategia del republicano está construida para provocar una movilización sin precedentes en la elección y en los días posteriores. Para ello destacan el temor de disturbios en las ciudades y llaman a defender la ley y el orden. Pero al mismo tiempo avivan las llamas de la confrontación agrediendo con mensajes a sus contrincantes. Construyen la narrativa de un fraude electoral que, según ellos, se fragua en el voto por correo mientras Trump llama a sus partidarios a votar dos veces: una por correo y otra en la urnas el día de la elección.

El presidente deja sutilmente ver que no estaría dispuesto a reconocer un resultado adverso para radicalizar aún más el ambiente electoral. Se encamina a una posible movilización de sus bases si el resultado no le favorece.

Por otra parte, Biden ha tomado las banderas de la igualdad y la defensa de las minorías proponiendo cambios más profundos. Sabe muy bien que para ganar la elección debe activar a los demócratas para que salgan a votar masivamente, especialmente en los estados más disputados.

Para muchos, el discurso de Biden requiere de mayor pasión y radicalidad para lograr ese cometido, lo que indicaría que la llama de la polarización se avivará en las próximas semanas y la braza más intensa será el racismo. Los movimientos sociales como Black Lives Matter y los grupos de inmigrantes se convierten en factores esenciales para llamar también a una movilización antes y después de la elección.

Con este panorama queda claro que la campaña se encamina a la recta final con el signo de la confrontación más allá de los límites tradicionales, lo que resulta especialmente delicado. Las encuestas levantadas hasta la fecha indican una ventaja de ocho puntos porcentuales de Biden sobre Trump, y un triunfo en el colegio electoral. Sin embrago nada está escrito aún y el único camino que le queda al presidente es la agitación, y ha decidido emprenderla con mensajes incitadores que han encendido las alarmas de las empresas detrás de las redes sociales que comienzan a restringir la difusión de mensajes que incitan al odio o a la ilegalidad. 

Algunos especialistas han comenzado a vislumbrar una crisis política e incluso legal o constitucional en caso de que Trump no reconociera su potencial derrota. Un hecho como ese rompería con la tradición política de la democracia estadounidense de felicitar al ganador departe de quien pierde la elección.

En esa agitación se verán envueltos los mexicanos que viven en Estados Unidos, quienes tendrán un papel protagónico en algunos estados que son muy disputados y que pueden significar la diferencia, como Arizona, Nevada e incluso Texas. Un escenario de agitación o de disputa de los resultados exigiría de la mayor prudencia de los líderes de las comunidades mexicanas y de nuestra diplomacia.

La propensión de Trump de atacar a los mexicanos como forma de agitar a las bases de la derecha radical puede conducir a acciones violentas, por lo que habrá que estar muy atentos. El debate sobre el racismo está ya instalado y en él no sólo están implicadas las personas de color sino también todos los inmigrantes latinos.

Ante la incitación al odio racial y la movilización radical de los grupos alternativos de derecha que parece encaminarse, las comunidades mexicanas se aprestan a lidiar entre el racismo, las revueltas y las elecciones. Mientras el Gobierno de México es exigido para jugar un papel de respeto político y solidaridad con los compatriotas al mismo tiempo. Pareciera que la agitación política pasará de las redes sociales a las calles conforme se acerque la fecha de la elección.
 

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