El sismo que el pasado 19 de septiembre afectó a la Ciudad de México no solo logró derrumbar edificios y agitar las aguas en Xochimilco, también robó la energía de la megalópolis. Así lo cuenta Carlos, quién nos recibió esta tarde en el aeropuerto, al llegar a lo que será el "fin de semana más rápido del año". Mientras nos encontrábamos atorados en uno de los varios y habituales embotellamientos de la ciudad, él sonreía pues, aseguró, era la primera vez que se sentía el movimiento y la energía habituales en la zona."Luego del temblor, la ciudad se paralizó. A mí me tocó (el sismo) cuando venía de regreso de Cuernavaca. Veía a la gente correr, hasta me pregunté si debería de dejar el coche y hacer lo mismo. Estuve atrapado en la calle por cuatro horas. Ahora es diferente, sí se siente el movimiento y más se va a sentir el sábado y domingo" y es que, nos cuenta, además del Gran Premio de México, la ciudad vivirá un mega desfile para festejar el Día de Muertos, así como varios conciertos, entre ellos el de Paul McCartney en el estadio Azteca. Para él, el tráfico, los embotellamientos, la gente en las calles, son señales de vida. De una Ciudad que despierta luego de estar adormecida.Y es que, en efecto, el ambiente que se siente es el de la "F1esta" del máximo circuito del automovilismo. Grandes y coloridos posters y anuncios del evento adornan las calles de la ciudad y contrastan con las flores de cempasúchil que se encuentran en Paseo de la Reforma. Algunos visitantes la recorren mientras admiran una exhibición de calaveras gigantes, decoradas con distintos detalles. La gente sonríe en las calles. En las cafeterías se puede escuchar a gente que habla inglés, francés incluso algunos japoneses. Algunos son periodistas y miembros de las escuderías, otros son aficionados al deporte motor y algunos más, curiosos de la celebración mística del 2 de noviembre.No cabe duda que, este fin de semana, los ojos del mundo están puestos en México y la Ciudad está preparada para recibir a todos sus invitados con los brazos abiertos y despertar al rugir de los motores.