Fiel aficionado a Chivas desde su infancia, Ricardo Ortiz ha coleccionado ya más de 500 jerseys del Rebaño. Guarda boletos, revistas, periódicos y hasta medallas de campeón. Su amor hacia el Guadalajara es incondicional. Pese a la violencia en los estadios, asegura que asistirá mañana al Clásico Nacional.“Me gusta ir mucho a los partidos de visita, pero con estos hechos (la violencia en La Corregidora) ya te la piensas dos veces para ir a ciertos partidos. En el Akron es de rigor ir a ver al Guadalajara. La combinación rojo y blanco la traigo tatuada. El grito 'Chivas, Chivas' te estremece la piel”, expresó.“No lo puedes creer, yo me dormí tristísimo ese día. Empiezas a ver la maldad del ser humano, te da tristeza. Yo creo que he estado a un lado de todas las barras desde que estaba chico, pero ver una pelea así nunca me había tocado”, señaló Ortiz tras los lamentables hechos ocurridos en Querétaro la semana pasada.Pero esto fue sólo la gota que derramó el vaso. Ortiz ya ha sentido esa enemistad de la afición rival en la mayoría de los estadios.“Siempre está la animadversión. Si vas con playera de Chivas a León, a CU, a la casa de Tigres te dicen de cosas, buscan provocar. A estadios como el Akron, el Azteca y en Pachuca puedes ir con confianza. En todos los demás está muy duro”, aseguró tras años de experiencia en los estadios.Chivas jugará este sábado a las 21:00 horas un Clásico atípico ante América. No habrá barras de ningún equipo. Esto podría retornar a la época alegre cuando se jugaba con más colorido en las tribunas, así lo comentó Ricardo Ortiz. “No es la primera vez que juegan sin barras. Va a faltar color y los cantos, pero será como en los 80´s cuando estaban las porras y entraban todas las banderas. Tú ibas al Jalisco y lo veías tapizado de banderas del Guadalajara, ¿Por qué no volver a esos orígenes?”.Ricardo heredó la pasión de su padre por los colores rojiblancos. Juntos asistían al estadio a ver la gran mayoría de partidos del Guadalajara. Sin embargo, un acto de violencia en Ciudad Universitaria alejó a su padre de las tribunas desde 2003.“El último partido al que fui con mi padre fue en CU. Nos empezaron a golpear la camioneta, pero mi padre no nos dejó bajar a mí y a mi hermano. Nos dijo tajantemente «es la última vez que vengo a Ciudad Universitaria». Ya no le gustó ir al futbol”.