Salud vs dinero

La población mexicana está en primer lugar de obesidad en el mundo, un porcentaje más alto aún que Estados Unidos, país que había tenido este nada honroso sitio que revela malos hábitos alimenticios, peor aún, la pobre salud pública de aquel país.

El dato para México es preocupante,  porque esta cifra involucra a niños y adolescentes que hoy tienen un alto riesgo de afectar su calidad de vida.

Sin embargo, luego de muchas y sesudas discusiones de funcionarios —que parecieron más que sólo el lucimiento político—, luego de que numerosos académicos e investigadores de la Universidad Nacional Autónoma de México alarmados, dieron la voz de alerta sobre este problema crecido en años recientes, cuando la población esperaba que el cuidado a su salud prevaleciera y que esta administración sexenal cumpliera su responsabilidad: lo que triunfó fue el interés de las grandes empresas vendedoras de comida chatarra sobre el cuidado a la salud de los niños y adolescentes mexicanos.   

Y esto muestra con claridad cómo se ha manejado la ética social en este sexenio.

Una muestra de que la ocupación prioritaria es el interés económico y no el cuidado a la población, algo que en un país que pretende construir su desarrollo debería ser impensable.

Así, las acciones de los funcionarios en turno parecen traicionar los ofrecimientos hechos, los ideales presumidos y, aún, los juramentos realizados y aquello de: “que la Nación se los demande…”.

Porque lo que se trasluce es que lo que está primero para esta administración son las ganancias de quienes, hoy, ya como funcionarios, ya como empresarios, medran con la salud de una de las partes más sensibles del país: su niñez.

Porque sólo esto, el abandono de la responsabilidad para con la población, se puede pensar cuando las autoridades de salud pública han dado luz verde para que en las escuelas secundarias sea posible vender  refrescos “light”, agua pintada adicionada con químicos que aún en Estados Unidos han sido prohibidas para menores de edad por sus nocivos efectos.  

Pero José Ángel Córdova, secretario de Salud, señaló sin pena ni remordimiento: “En secundaria, sí se podrán vender productos con sustitutos del azúcar o edulcorantes”.  

Aunque debería bastar la duda, si la hubiera, para que el mismo funcionario prefiriera abstenerse ante la posibilidad de peligro para los adolescentes, pero el actuar no es este y sí uno de poco, muy poco sentido de responsabilidad para con la población.

Así, por más que las autoridades en turno hagan foros y se presenten ante los medios expresando su preocupación por la población, esta acción dice mucho más que mil palabras.

Dice que para esta administración sexenal el interés económico de muy pocos está por encima, no sólo de todos los mexicanos, sino de la niñez y los adolescentes de este país.