GUADALAJARA, JALISCO (01/MAR/2017).- Con excesivas iteraciones por parte del Ministerio Público, pérdida de argumentos para el objetivo de sus señalamientos y hasta un dejo de distracción por parte de la defensa, se vivió la primera audiencia de juicio oral en el Centro de Justicia para las Mujeres (CJM) este miércoles. Se trató un caso de lesiones en el que se buscaba el agravante de violencia intrafamiliar, lo que al menos en los interrogatorios hacia los principales testigos no se buscó probar ni desacreditar.A las 10:00 horas inició la audiencia presidida por la jueza Martha Leticia Padilla, cuya participación fue muy acertada. Los jueces Suri López y Miguel Ángel Núñez la acompañaban. La jueza indicó a la audiencia el procedimiento a seguir y nombró a los participantes, ministerios públicos, defensores y testigos.Además solicitó guardar el anonimato de la víctima, una mujer vecina de San Martín de las Flores de Arriba, Tlaquepaque, y de una menor que testificaría, nieta de nueve años de la víctima.Antes de dar paso a los testimonios, Padilla puso los hechos de contexto. La víctima salió a las 8:00 horas del 28 de junio de su casa en la calle Cuauhtémoc, en la citada colonia, para llevar a su nieta a la escuela. A unos pasos de haber dejado el domicilio escuchó que se abrió la puerta donde vivía su cuñado, a dos casas de la suya.Fue que sintió que le jalaron el cabello y la comenzaron a golpear. La mujer comenzó a pedir por ayuda y no fue sino hasta que tres personas salieron de la tienda de la esquina que pudo ver a su presunto agresor, su cuñado.Según la carpeta de investigación, éste le reclamó: "Ella le está haciendo daño a mi esposa"; a lo que la víctima respondió que no era verdad y que ella lo quería mucho. En ese momento el hombre intentó volver a agredirla pero un vecino le dijo que aquello no se hacía.La mujer fue hacia su casa, con lesiones en espalda y cadera y dentro le hicieron notar que tenía además un desarmador enterrado en la cabeza. Se pidió condenar al imputado por lesiones calificadas con el agravante de violencia intrafamiliar en la modalidad de premeditación, ventaja y alevosía.De acuerdo al artículo 176 ter del Código Penal de Jalisco, este agravante significa de seis a cuatro años de prisión adicionales a los delitos cometidos.Ufanos, los representantes de la Fiscalía iniciaron su disertación con la sentencia: "A pesar del parentesco, la hirió", y aseguró la mujer ministerio público que se comprobaría la comisión de los delitos del citado artículo y del 206 del mismo código, que se refiere a las lesiones."Conocerán la historia de una mujer dedicada al hogar (que) fue brutalmente agredida no por un extraño, sino por su cuñado". La defensa respondió que no todo problema o agresión entre familiares es motivo de violencia intrafamiliar, lo cual probaría.Pero ni uno ni otro, pues aunque el inicio de la disertación sugería que la Fiscalía buscaría castigar con el agravante de violencia intrafamiliar y que la defensa aseveraba que no toda violencia entre familia era intrafamiliar, cuando se procedió al llamado de los testigos tales ideas fueron obviadas.Para empezar una ministerio público llamó a la testigo menor por su nombre pese a la advertencia de la jueza. Al cuestionarla la Fiscalía sobre si había visto el hecho respondió que sólo vio que su abuelita gritó y que el agresor le pegaba con algo picudo. Aunque después cuando cuestionó la defensa admitió que ella no vio el objeto picudo, que no sabía qué era y que en realidad se había echado a correr a buscar ayuda de su prima sin percatarse de más.Se llamó a la segunda testigo, a la víctima, que de nuevo fue llamada por su nombre pese a que pidió su anonimato. "Perdón", dijo la ministerio público.Ella volvió a relatar los hechos descritos por la jueza pero aclaró que cuando la comenzaron a agredir su nieta no se quedó porque se fue corriendo asustada y agregó la causa de las diferencias con su cuñado.Contó que sus familias tuvieron un problema hace 20 años y se dejaron de hablar. A últimas fechas supo por vecinos que su cuñado creía que ella había embrujado a su esposa. "Esa es la razón por la que él me agredió". Sin embargo, antes del evento, aseguró, nunca le había reclamado ni cruzado palabra siquiera.Esta falta de comunicación entre las familias no fue aprovechada por la defensa que en cambio se enfocó en el resguardo de la evidencia: el desarmador de 23 centímetros que tenía mango amarillo y si éste había habido una correcta cadena de custodia.El siguiente testigo que llamó la Fiscalía fue uno de los dos policías municipales que fueron primeros respondientes, pese a que el testimonio del vecino que salió en la ayuda parecía más importante.La defensa preguntó en reiteradas ocasiones que cómo le había quedado el cabello a la víctima, y en la identificación del objeto utilizado. Una y otra vez, de distintas maneras, preguntaba si ese desarmador fue el usado en la agresión. El resto de preguntas no trascendieron en respuestas que respondieran sobre la comisión de violencia intrafamiliar.Y la defensa, se centró en el objeto también, en tratar de desacreditarlo, incluso, cuestionando si estaba esterilizada la bolsa donde se le resguardó.Como cuarto testigo tampoco se llamó al vecino, sino a la trabajadora social que poco atestiguó y por ende fue poco precisa en sus declaraciones. Incluso la Fiscalía solicitó recordarle el mes en el que ocurrieron los hechos pues ella había dicho que en enero y que el desarmador era negro con amarillo.Se pidió entonces al vecino su testimonio, que curiosamente sirvió más a la defensa. La persona relató que el 28 de junio él se hallaba en la tienda comprando el desayuno cuando escuchó los gritos de una niña, no de la mujer y cuando salió la menor no estaba más.Dijo que vio a la mujer golpeada y al indiciado detrás de ella, quien sí argumentó que la víctima había embrujado a su mujer y que la víctima respondió que ella quería hacer las paces. En ese momento el cuñado hizo como que la iba a golpear pero el vecino lo evitó. "Así no son las cosas".Después el vecino se fue del lugar. Aun así la Fiscalía cuestionó, otra vez, sobre el desarmador, pero él explicó que no supo que habían usado ese objeto hasta que otro vecino se lo dijo. De nuevo, la parte acusadora preguntó que cómo traía el cabello.En el turno de la defensa sólo se hizo una pregunta: "Por la narración se advierte que usted no presenció los hechos, ¿es cierto?"; "Sí", admitió el testigo. "No más preguntas".El revés ocasionó que la Fiscalía pidiera interrogarlo de nuevo pero su respuesta no varió. Vio al cuñado parado y no estaba haciendo nada. "Nomás vi a la persona pero yo no vi cuando la golpeó, sinceramente".Tras más de cinco horas de audiencia, faltaban la mayor parte de la lista de testigos: el otro oficial de Tlaquepaque, cuatro policías investigadores, la doctora que extrajo el desarmador y cinco peritos de Ciencias Forenses, de partes médicos, criminalística, un químico que analizó las manchas del desarmador, una química para el ADN y uno más para el dictamen sicológico. Hacia las 19:00 horas aún no se decretaba una pausa para continuar este jueves. EL INFORMADOR / SERGIO BLANCO