Miércoles, 19 de Febrero 2025
Jalisco | En tres patadas por Diego Petersen Farah

Píldora electoral

Lo que hay es una mezcla de fanatismo y pragmatismo...

Por: EL INFORMADOR

Cuánto tiempo, dinero y esfuerzo de los funcionarios de la Secretaría de Gobierno se gasta en las famosas e inútiles controversias constitucionales, primero contra los matrimonios entre personas del mismo sexo y luego contra la píldora del día siguiente. Y que no nos salgan con que se trata de convicciones personales, porque si son eso, entonces que las peleen con su dinero, no con el nuestro. No hay duda de que la moral será siempre un campo de batalla entre las opciones ideológicas —izquierdas o derechas— el problema es justamente que se gaste dinero público para “defendernos” a los ciudadanos de los ataques del demonio o para dar batallas inútiles, que en general le importan a una minoría de la población fanatizada (pueden ser muchos los que no tengan como opción la píldora del día siguiente, pero son muy pocos los que están dispuestos a pelear porque no se reparta).

Lo importante de la resolución no es que se diga que la píldora no es abortiva o anticonceptiva, sino que las normas oficiales son obligatorias para todos los mexicanos y que los derechos son los mismos para quien nace en el D.F., Chihuahua o Guadalajara. La norma no obliga a nadie a tomarse una píldora; el que no la quiera, nomás no la pide y listo.

Es una opción que en las farmacias existe para quien la desee y en los centros de salud se prescribe a mujeres que hayan sido víctimas de violencia sexual. Entonces, ¿por qué tanto brinco estando el suelo tan parejo?

Lo que hay es una mezcla de fanatismo y pragmatismo. No hay duda que el secretario Fernando Guzmán es cabeza de un grupo, llámese yunque, DHIAC, extrema derecha, club de mochos de primera fila del rosario de las cinco, o lo que sea, y que cree fervientemente que su misión en la vida es protegernos a los descarriados de los males del demonio. Su defensa de la vida es más ideológica que práctica y tiene una preocupación mayor por los nonatos que por los vivos.

Pero hay otra cuestión estrictamente pragmática de parte del gobernador Emilio González Márquez, que puede compartir algunas ideas, muy respetables, de corte religioso con Guzmán, pero que es ante todo un peleador de batallas y más concretamente, de batallas electorales.

Las primeras planas y las menciones en noticieros nacionales valen oro para cualquier gobernador en edad de merecer (de merecer candidaturas, claro) y hay muchos que estarían dispuestos a desnudarse en el zócalo, o comprometer el presupuesto o tragar sapos, con tal de salir en la tele. El gobernador sabe bien cuánto vale eso en una elección interna del PAN en la que se va a polarizar en serio la guerra entre moderados y conservadores (o entre conservadores y más conservadores, como quiera verse).

No nos hagamos bolas: ésta es una píldora electoral.

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