La inseguridad alimenta auge de cotos en la ciudad

- Los cotos afectan la ''comunicación intraurbana''

GUADALAJARA, JALISCO (15/DIC/2010).- Desde los años ochenta, la ciudad comenzó a tomar otra morfología. El desarrollo de viviendas preferido por los habitantes de la Zona Metropolitana de Guadalajara dejó la tradición de colonia abierta para pasar a cotos, con caseta de vigilancia y espacios internos de convivencia. Según la investigadora del Departamento de Estudios de Género de la Universidad de Guadalajara (UdeG), Manuela Camus, cuando hablas con los habitantes de los cotos “te das cuenta que su principal motivación para optar por una vivienda cerrada es definitivamente la seguridad y no el privilegio, como pasó antes con los primeros cotos cerrados que poblaron Guadalajara”.

En la misma línea, la doctora en Ciencias Sociales con especialización en Antropología, considera que los cotos ya no son un fenómeno exclusivo de las clases acomodadas de Guadalajara, sino que “se han esparcido por toda la sociedad; la clase media y, por supuesto, las clases populares, también construyen espacios cerrados”. Añade que el coto “explicita materialmente realidades de pobreza y marginación en sociedades tan económicamente contrastantes como la tapatía”.

En 2001, 10% de la superficie total de Guadalajara correspondía a cotos cerrados. Sin embargo, en la actualidad la proliferación de este tipo de desarrollos en Tlajomulco de Zúñiga, Tesistán, Tlaquepaque y el Poniente de Zapopan sugieren un aumento importante en su proporción en la última década.