Domingo, 19 de Octubre 2025
Jalisco | En tres patadas por Diego Petersen Farah

La hora de los técnicos

La ciudad de los 500 años la podemos hoy modelar con mucha más certeza

Por: EL INFORMADOR

Para una ciudad, dejar de crecer puede ser una buena o una mala noticia. Desde el punto de vista económico, las ciudades que crecen tienen siempre un atractivo mayor, pero eso no quiere decir que las ciudades que ya no crecen en población, no crezcan económicamente. La parte positiva es que una ciudad que deja de crecer puede, finalmente, pensar su futuro. Cuando Guadalajara cumpla sus primeros 490 años, (pongámosle 500 como lo planteó el arquitecto Fabián Medina) dejará finalmente de perseguir el crecimiento poblacional para poderse dedicar de lleno al crecimiento de su calidad de vida.

El que el horizonte esté al alcance de los ojos nos permite, por primera vez, pensar la ciudad tal como va a ser, sin sorpresas ni “tlajomulcazos”. El fenómeno Tlajomulco se pudo haber evitado si se hubieran seguido los cánones de planeación que se instauraron en las décadas de los sesenta y setenta. Ya metimos la pata una vez, hay que aprovechar el momento de la ciudad para no volverla a meter. El éxito de la ciudad estará en que se planee, pero sobre todo, en que se cumpla el plan.

Hay dos fenómenos que están claros. El primero es que Guadalajara municipio, se seguirá despoblando si no se toman acciones inmediatas para su repoblamiento. La segunda es que en la Zona Metropolitana vamos a vivir, pelos más pelos menos, seis millones de habitantes. Es decir nuestra densidad máxima, si paramos desde ahora el fenómeno de dispersión, llegará a dos mil 400 habitantes por kilómetro cuadrado. Esta es una densidad baja para una ciudad. Poca densidad implica vivir en espacios más amplios, pero también una ineficiencia de operación. Para darnos una idea, Tokio tiene una densidad de 14 mil habitantes por kilómetro cuadrado; Nueva York de siete mil y el Distrito Federal de seis mil. Con una densidad como la nuestra, cada kilómetro de tubería atiende a menos personas; cada kilómetro de transporte colectivo tiene menos usuarios; cada kilómetro de tendido eléctrico atiende a menos usuarios, etcétera. Todo es más caro.

En los próximos 20 años la población de la zona metropolitana crecerá 22%, un ritmo que es perfectamente manejable y programable. Hoy más que nunca, tiene sentido un Instituto Metropolitano de Planeación que lleve a buen puerto a esta ciudad. Los barcos tienen siempre un capitán pero también un piloto. Las maniobras de acercamiento las hace el piloto, que es quien conoce el puerto. Es hora de que los políticos le dejen no el mando, pero sí el timón, a los técnicos.

Los errores y aciertos del pasado están ahí y convivimos con ellos todo el día. La ciudad de los 500 años la podemos hoy modelar con mucha más certeza.

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