Detectan influencia de ''salvatruchas'' en pandilleros de Tlajomulco

TLAJOMULCO DE ZÚÑIGA, JALISCO (18/ENE/2012).- Aunque habían permanecido “ocultas” al ojo de la autoridad local, las células de la Mara Salvatrucha que hace poco más de un año fueron detectadas por la Policía Nacional Civil de El Salvador en territorio jalisciense ya han sido ubicadas: entraron a Tlajomulco de Zúñiga a través de otras pandillas. La Dirección de Seguridad Pública de ese municipio aclara que, pese a no considerarlas como parte activa del grupo sudamericano, “sí están contaminadas” por dicha “clica”.

Gregorio Martínez Meza, todavía como titular de esa corporación (fue remplazado el lunes por Marisela Gómez Cobos), detalló que los pandilleros que en cuestión han encontrado alojamiento en ciertos puntos del Fraccionamiento Chulavista fueron detectados por los rondines de vigilancia que realiza, desde inicios del año pasado, la recién creada Policía de Proximidad Social. “Yo no digo (que sean) grupos (enteros de pandilleros de El Salvador), pero de que hay gente que sí está contaminada o que sí ha tenido contacto con la Mara, sí”.

A la par de Chulavista, los recorridos policiacos en el fraccionamiento Santa Fe también han descubierto a integrantes que, o bien pertenecen, o han guardado contacto estrecho con la peligrosa pandilla centroamericana.

Según el mando policiaco, en ambos desarrollos habitacionales se registra 70% de las conductas antisociales de Tlajomulco: “Es gente que ha venido de todo el mundo. De colonias marginadas de otros municipios”, comentó Martínez Meza.

Añade que esa localidad podría no ser el único sitio en donde haya miembros de la Mara Salvatrucha, pues debido a la existencia de esta “clica” en los Estados Unidos muchos connacionales “conviven con ella” en el país vecino. “Ahí se da la contaminación; se regresan (a Jalisco) y aquí en varias partes de la Zona Metropolitana hay gente contaminada, que ya tiene nexos con ellos”.

La Policía de Tlajomulco trabaja en un sondeo para ubicar con exactitud a las pandillas que operan en el municipio. La intención es que, eventualmente, la cantidad de miembros en cada una, así como sus líderes, sean del conocimiento de la autoridad y sus datos entren a un registro plenamente estructurado.

Sobre los símiles de la Mara detectados, las autoridades desconocen cuántos exactamente sean. Actualmente “no les representan peligro”, aunque reconocen que el riesgo de que su incursión crezca es latente.

El ex titular de Seguridad Pública de Tlajomulco, comentó que esa corporación realiza un trabajo serio en la identificación de los grupos que actualmente se forman en ese municipio. “Buscamos las actividades (deportivas, en su mayoría) y programas sociales que se les pueda ofrecer para que el fenómeno no tenga un crecimiento exponencial”. Por el momento, celebran, no ha habido tal crecimiento.

Autoridad colabora con pandilleros

Para combatir el problema del crecimiento en el número pandillas el Ayuntamiento de Tlajomulco emplea políticas de seguridad encaminadas a abordar el tema como un “fenómeno social”, para evitar que este salga de su control.

Aun con el descubrimiento reciente de que miembros “contaminados” o símiles de la Mara Salvatrucha residen en los fraccionamientos Santa Fe y Chulavista, el municipio se dice “confiado” de atacar con eficiencia un tema que, para el Gobierno de El Salvador (país origen de la MS13, o Mara Salvatrucha), es de “seguridad nacional”.

De hecho, para tratar de asimilar el comportamiento general de las pandillas, Marisela Gómez Cobos como directora de la Policía de Proximidad Social (desde el lunes funge como titular de Seguridad Pública municipal), sostuvo diálogos con pandilleros de otros municipios, e incluso abordado directamente a aquellos que operan en la localidad bajo su resguardo. “Hay un joven de una pandilla de Guadalajara que nos asesoró. Nosotros no tenemos la intención de dañar a las pandillas o causarles detenciones sólo por estar en grupo. Queremos tratar de rescatar a los jóvenes que pertenezcan a ellas”.

Para tal propósito, el Ayuntamiento solicitó un curso a la Secretaría de Seguridad Pública del Estado (SSPE), en el que se instruye a la corporación local sobre cómo detectar a los grupos organizados en el municipio y acopiar esa información en aras de obtener un “mapeo pandilleril”.

En adición a este recurso, el joven de la Perla Tapatía (cuyo nombre y apodo se reservó para evitarle represalias) ha realizado recorridos de la mano de la Policía de Tlajomulco para facilitarle la obtención de dichos datos.

“Cuando se dan cuenta ya están adentro”

La comunidad infantil es la que en mayor número habita los fraccionamientos “contaminados” de Tlajomulco, por ello no es extraño que la vida en pandillas inicie a los ocho o nueve años de edad. La convivencia con pandilleros de mayor edad eventualmente depara en una “incorporación” de los niños a esos clanes urbanos, explican los mandos policíacos. “Cuando se dan cuenta ya están dentro. No es que alguien los invite o los lleve, sino que los niños conviven con ellos desde chicos”.

La estrategia, detalló Gómez Cobos, es contactar a los jóvenes para que la autoridad cree lazos afectivos y facilitar su tratamiento y eventual rehabilitación. “Uno de ellos, de ocho años, me dijo: ‘Vente a la una de la mañana y te presento (a la pandilla)’. Me preguntó que a quién buscaba. Me dice: ‘¿quieres que te los presente? Pero primero garantízame que no me vas a hacer nada y que no me vas a ‘levantar’, porque en mi casa no saben que yo ando aquí’”.

Deduce que aunque el infante (cuya identidad permanecerá bajo reserva) tenía libertad para plantarse en las calles de Chulavista a esa hora, la desatención e incapacidad de sus padres es poco probable: “Él tiene sus formas de escaparse”.

GUÍA
Grupo peligroso

¿Qué significa el nombre Mara Salvatrucha?

Esta pandilla se hace llamar así por el término “salva”, que dicta su país de origen (El Salvador) y “trucha” como una forma coloquial de referirse a la “alerta” en que viven a diario. La “mara”, por su parte, es otra manera de referirse a una pandilla.

¿Cuándo se originó el grupo?

Nació en la década de 1980, cuando estalló la Guerra Civil en El Salvador. Una parte de los jóvenes involucrados en este conflicto armado emigraron a los Estados Unidos, donde fueron atacados por pandilleros establecidos, lo que orilló a los salvadoreños a aliarse y protegerse entre sí. Eventualmente ellos se convertirían en “maras salvatruchas”.

¿Cuántos miembros componen la pandilla?

Sólo en El Salvador se tiene conocimiento de entre 10 mil y 12 mil pandilleros activos aliados a estas cuadrillas organizadas. Además de México, varios de ellos han sido detectados en países como Guatemala, Honduras y Perú. Se tiene conocimiento de que han logrado desplazarse hasta España e Italia.

¿En qué basan su poder?

Los actos delictivos que realizan para mantener su poder y respeto son el secuestro, la extorsión, los homicidios, el robo y, en fechas recientes, el narcotráfico. Para el Gobierno de El Salvador, las pandillas representan un problema “de seguridad nacional, e incluso internacional”, por encima de la delincuencia organizada.

FUENTE:
Policía Nacional Civil de El Salvador.

CRÓNICA
“La bestia” los trae a México

El “Duren” es un chavo de 26 años de edad que desde los 15 se inició en el mundo de las pandillas en las calles de Guadalajara. Su vida en calle ha estado ligada a las drogas, muerte y prisión. Hoy no todos sus “compas” del barrio están en las calles. Unos yacen bajo tierra y otros están alejados de la libertad por barrotes de acero.

Para el “Duren”, cuyo nombre, dice, no es tan importante como para ser mencionado, los tragos de realidad a tan corta edad sirvieron para bien: hoy sabe a la perfección cómo la Policía —la Ley, les llama— y el barrio coexisten, y expone abiertamente su felicidad por no formar parte de las filas de “caídos” en una clica que por muchos años mantuvo el liderato en la Colonia El Sauz.

“Nadie se nos ponía enfrente. Nomás mostrabas las letras y todos se hacían para atrás”, relata con cierta nostalgia, pues esos tiempos quedaron atrás: fueron destruidos por las drogas que consumieron poco a poco a sus “homies”; a los “compas” que dejaron de lado el “carnalismo” y lo sustituyeron por el robo para facilitarse el consumo de alcaloides.

Sin embargo, los buenos tiempos se fueron cuando su mejor amigo, el “Rekke”, falleció a causa de una bala que se incrustó en su cabeza. “Le dieron por detrás. Él iba con su ‘morra’ a ‘echar lío’ y lo ‘plomearon’”. Él fue quien lo “brincó”; quien le golpeó por 13 segundos para entrar a las filas del barrio del que hoy sólo hay pocos recuerdos plasmados con aerosol en las bardas que menos cuidado reciben de su colonia.

La hermandad entre pandillas, cuando corría el año 2000, era algo habitual. La preparatoria le permitió acercamiento con miembros de otros barrios de la ciudad. Después la flota creció, pero al igual que en el grupo que él representaba, disminuyó cuando el consumo de drogas volteó las prioridades y convirtió a todos en adictos. “Pocos seguimos viéndonos. Ya todos están en otro rollo. Los que la libraron están cuidando a sus morritos (hijos), pero casi nadie sigue aquí en la colonia”.

Reconoce acercamientos con pandilleros de El Salvador que, a bordo de “La bestia” (el tren) llegaron a México buscando resguardo de su propia pandilla: la Mara Salvatrucha. “Conocí a dos de ellos. Corrieron de ahí porque sus mismos ‘compas’ los querían matar porque se salieron. Tenían marcas de la ‘MS13’ en el rostro y el cuerpo. Me dijeron que el ‘chido’ de una de esas ‘clicas’ los buscaba porque ya no se paraban ni entraban a los ‘jales’ que les ponía”.

Expone que uno de ellos encontró a una dama con quien creó lazos afectivos, e incluso formó una familia. Sus últimos recuerdos de ese tipo, con quien recuerda haber convivido esporádicamente por dos años, son que tanto él como su mujer e hija encontraron alojamiento en el fraccionamiento Chulavista en Tlajomulco, gracias al trabajo “en un despacho” que tenía la mujer, y a varios años de historia en el Mercado de Abastos por parte de su amigo, a quien sólo conoció bajo el apodo de “El Eme”.

Los recorridos por ese complejo habitacional nunca rindieron frutos. Pese a los esfuerzos por dar con alguno de estos ex miembros de la peligrosa “clica” salvadoreña, que la Policía de Tlajomulco reconoce haber detectado en esa localidad, la historia de “El Eme” sólo pudo ser contada por voz de un hombre que exigió anonimato por la sospecha de ser perseguido si éste se revelaba.

TELÓN DE FONDO
Los “18”, símil de la Mara

En junio de 2011, este medio informó que la Policía Nacional Civil de El Salvador había detectado en Jalisco a ciertos grupos afines al modo de operar de la Mara Salvatrucha, la pandilla que, junto con los “Pandilleros 18”, representa un tema de seguridad nacional para el país centroamericano (EL INFORMADOR, 07 de junio, 2010).

Carlos Moreno, agente de esa corporación, reveló que en su labor de investigación por todo el continente encontró pandillas símiles de la Mara en territorio jalisciense. Éstos se autodenominan “Sureños 13”.

Sobre el tema, las distintas corporaciones de la Zona Metropolitana coincidieron en que, si bien el mapa de pandillas en su respectivo territorio ya ubicaba a clanes con ese mote, ninguno operaba de la misma forma que la “clica” salvadoreña.

Tlajomulco localizó a pandilleros “contaminados” por la agrupación centroamericana en sus recorridos por Chulavista y Santa Fe, una vez que la Policía de Proximidad Social se puso en marcha (enero 20, 2011). El municipio se declaró “apto” para tratar el tema en la etapa en que se encuentra, y apostó al deporte y a la cultura como sus herramientas para tal fin.