Martes, 30 de Abril 2024
Jalisco | En tres patadas, por Diego Petersen Farah

Biblio-biografía de un alcalde rebelde

Sergio Fajardo, ex alcalde de Medellín y ex candidato a la vicepresidencia de Colombia, no es un político, es un ciudadano dispuesto a transformar su entorno

Por: EL INFORMADOR

Diego Petersen Farah.  /

Diego Petersen Farah. /

Sergio Fajardo Valderrama nació en Medellín un 19 de junio de 1956. Dos años después encontró su primera vocación: tirar los libros de la biblioteca de su padre a la calle. Tuvieron que pasar algunos años para que el niño Fajardo entendiera que los libros, además de objetos contundentes, eran fuente de placer y conocimiento. Sus primeras lecturas fueron Rin Tin Tin, Tom Sawyer, las fantasías de Julio Verne, las aventuras de Alejandro Dumas y por ese camino llegó a Dostoievki. En el bachillerato Sergio conoció a Nitzche, y muy pronto su vocación matemática lo hizo encontrarse con Jorge Luis Borges, quien, dice Fajardo, lo cautivó por su raciocinio: se fugó con El Aleph; se perdió en El libro de arena, oró con el Poema de los dones. Como nos sucedió a muchos en esa edad, Borges lo llevó a Cortázar y muy pronto se vio sufriendo, fascinado, con Rayuela y la cándida ingenuidad de la Maga. Mientras hacía los estudios de posgrado en Estados Unidos, se encontró con Faulkner y Novokov y con la Teoría de los Modelos de Chang  y Keisler, su maestro. Su interés por lo público y por la ciudad lo llevaron a leer a dos grandes catalanes: el urbanista Jordi Borja y la filósofa Victoria Camps.

El hombre es lo que come, dicen los promotores de la buena alimentación; un ideólogo es lo que lee. Sergio Fajardo, ex alcalde de Medellín y ex candidato a la vicepresidencia de Colombia, es, por lo que podemos inferir de sus lecturas, mucho más que un doctor en lógica matemática. No es un político, es un ciudadano dispuesto a transformar su entorno. Por ello, un día decidió “dejar de decir cómo deberían de ser las cosas”, para intentar hacerlas. Abandonó una brillante carrera académica para convertirse en candidato a la alcaldía de Medellín. No lo logró en el primer intento, pero en el segundo el éxito fue rotundo.

“De la forma como se llega al poder se hace la gestión pública; los que pagan y negocian para llegar, llegan a pagar y a negociar”, dijo Sergio Farjardo en una entrevista. Por eso él llegó de otra manera, haciendo campaña en los semáforos y los camiones, rodeado de profesionales enamorados de su ciudad y no de políticos enamorados del poder. Muy pronto se sintió la diferencia en Medellín. Las políticas públicas se enfocaron al rescate de las personas. Entendió que el problema de la violencia y el problema de la desigualdad van de la mano y, hay que afrontarlas de manera paralela; que la forma de recuperar la ciudad es a través de la presencia legítima del Estado en todos los rincones de todos los barrios; que recuperar la seguridad significa recuperar las oportunidades sociales, políticas, económicas y culturales para la gente.

El éxito de Sergio Fajardo en Medellín se puede medir de tres maneras: la primera a través del índice de muertes por cada cien mil habitantes, que pasó de 381 a 27 cuando terminó su periodo; la segunda a través de los reconocimientos que ha recibido, entre ellos el hombre del año en Latinoamérica 2007,  según Financial Times; la tercera por la influencia que su visión sobre la ciudad y las políticas públicas fajardianas han tenido en todo el mundo.

El alcalde rebelde está estos días en Guadalajara.

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