Baldor y los gobernadores

Si Baldor, el célebre autor del libro de álgebra que tantos dolores de cabeza nos provocó en la secundaria, no miente, 32 es menos que 2,500. Sí, es mejor tener 32 policías estatales, con mando único, que 2,500 destartaladas policías municipales. Al rato vamos a estar discutiendo qué puede hacer una policía estatal como la de Tlaxcala o Colima contra la fuerza del narco pero, como sea, la propuesta de la Conferencia Nacional de Gobernadores (Conago) es un  principio de orden. De los principios a los finales siempre hay un largo y complicado trecho por recorrer y en este caso particular, presenta varias dificultades.

La primera es ideológica, pues se trata de la competencia municipal. El municipio es, aunque la demagogia no nos permita verlo con claridad, una institución en crisis. La reforma al 115 constitucional en los años ochenta, que le dio mayor independencia y autonomía financiera a los municipios, llegó tarde para los municipios grandes y siempre fue quimera para los chicos.

Administrar la pobreza nunca ha sido atractivo para nadie. Pero, para los 200 municipios que en el país tienen fuerza y cierta independencia, perder la policía y el control de la seguridad (o de la inseguridad, pero control al fin) no es nada atractivo. En estos 200 municipios más el Distrito Federal vive 80 por ciento de la población y se concentra, pelos más o menos, 95 por ciento del PIB. No será pues fácil convencer a los alcaldes de grandes ciudades que en adelante, además de pedirle dinero a los gobernadores, les tendrán que pedir seguridad. Más en aquellos casos donde alcalde y gobernador no son del mismo partido.

La segunda dificultad tendrá que ver con la concentración de poderes. Si hoy por hoy la figura de gobernador es la que más fuerza concentra entre los cargos de elección popular y lo que estamos discutiendo es que los gobernadores son los nuevos virreyes que controlan el presupuesto y la Cámara a través de sus bancadas, darles el mando único de la fuerza policiaca no hará sino incrementar la concentración de poder en estos personajes. No es un tema sencillo, porque si bien existen mecanismos que en teoría pudieran mitigar la concentración de poder, como que el jefe de la policía tenga que ser aprobado por el Congreso, en la práctica es el Poder Ejecutivo quien tiene la responsabilidad y el poder en el control de la seguridad.

Los gobernadores aprobaron por unanimidad la propuesta, lo cual no es extraño pues ellos serían los beneficiarios de una reforma de ese estilo. Falta ver qué dice la Asociación de Municipios.

Baldor no miente: 32 son menos que 2,500. Lo que no nos aseguran ni Baldor ni los gobernadores, es que menos cuerpos de policía signifique menos corrupción.