Ni sus amigos famosos la salvan

GUADALAJARA, JALISCO (10/OCT/2015).- El público decidió sacarla de la jugada, pero Jimena Longoria dice sentirse satisfecha con lo que compartió en la llamada “casa más famosa de México”. La regiomontana es la segunda expulsada de Big Brother y la experiencia de convivir con 14 desconocidos le cambió por completo la perspectiva que tenía sobre la veracidad de los reality shows.

Jimena Longoria llamó la atención de la audiencia tras revelarse que esta “desconocida” no lo era tan del todo como el resto de sus compañeros, pues el medio artístico inmediatamente comenzó brindarle apoyo, y para muestra, figuras como Luis Gerardo Méndez, Eiza González y Erick Elías publicaron en redes sociales fotografías con la participante en su faceta como publirrelacionista de la agencia Prensa Danna de la Ciudad de México.

“Fue una experiencia increíble que no la cambio absolutamente por nada. El tiempo que estuve fue el que tenía que estar. En esa casa cada día es como un año y yo lo viví al máximo. Me animé a participar en Big Brother por loca, muchas amigas me decían que yo soy muy chistosa y tenía que ir al casting, acepté y sorpresivamente pasé los filtros. No me la creía, nunca imaginé que iba a pasar”.

Un ambiente complejo

Aunque Jimena se caracterizó por su neutralidad y armonía en la casa, la ex concursante destaca que las intrigas y complots son una constante en Big Brother que obligan a los inquilinos a revelar sus verdaderas personalidades y crear ambientes llenos de picardía, humor y mucho sentimiento.

“Me cambió la perspectiva de todo. Decían que es un programa planeado, pero no es cierto, los castings y la gente es muy real. Todo es un misterio, no te enteras de nada. Nunca esperé lo que viví, salen sentimientos que no sabías que existían, te hace ser más sensible y humana, porque no hay manera de que puedas actuar aunque tengas a la cámara arriba de ti”.

La publirrelacionista asegura que para su sorpresa el aislamiento que experimentó resultó una experiencia agradable, pues a pesar de ser una obsesiva con su teléfono celular y redes sociales, el hecho de estar incomunicada le permitió establecer amistades y sincerarse con personas completamente desconocidas. “Yo decía que si algún día no tenía mi celular me moría, pero aprendí a convivir con gente que no conozco y platicarles temas que jamás pensé decirlos así. El encierro es raro, siempre me sentí cuidada y con la voz de Big Brother pensamos que era como un papá, es lo más humano que puedes sentir, nadie me cree pero se te olvidan que las cámaras están ahí”.