De los toros con verdad por Francisco Baruqui M.

Se dio el cerrojazo novilleril con el festejo de triunfadores que, debo decir, esperanzaba una tarde exitosa lo que hizo que la gente se metiera a la plaza duplicando casi las entradas de festejos anteriores subiendo la entrada a unos cuatro mil, empero…

Empero, no; no resultó lo que se deseaba y esperaba toda vez que la presentación del ganado, auténtica escalera, terciado y con un cubetito corniausente que nunca debió de ser aceptado, contrastó notablemente con el tenor que se había venido teniendo con los encierros que precedieron.

Seis de Los Encinos y dos de Campo Real, estos últimos sin el trapío para el coso guadalajarense, que tuvieron los más condiciones propicias de éxito dada la movilidad de los bureles que cumpliendo en las puyas con dos encinos provocando tumbos, llegaron al último tercio yendo a los engaños con claridad y viaje. Matizando y sobresaliendo los corridos en segundo, tercero, sexto y octavo que mereció los honores del arrastre lento, dejan de manifiesto que salvo el que cerró, los restantes estuvieron por encima de sus matadores.

Las funciones de ocho astados suelen ser, por lógica, más pesadas que las de seis, y sobre todo si lo que se va viendo es la imposición de los ejemplares sobre los toreros. Así…

Así, hasta el último realmente poco, muy poco había digno de destacar con un Alfonso Mateos empeñoso y con personal estilo, pero sin remontar dejándose ver de capa con verónicas y media como con un quite por chicuelinas. Faena desvaída al que abrió tarde sin acoplarse a las embestidas pastueñas de la res, despenando de espadazo y dos golpes con la corta de descabellar, para con el impresentable quinto, detallitos aislados y entera que partió la yema.

Otro que estuvo por debajo de los de su lote escuchando gritos de ¡Toro..! ¡Toro..! fue Santiago Fausto quien salvo un quite por gaonera que se le aplaudió, sin confiarse a lo largo de su actuación fijó poco las plantas yéndose antes de terminar el pase mirándose falto de plan y más como pega pases, tanto con el segundo camporealeño de nobleza almibarada, -- para hacer el toreo soñado del bombón que fue --, fincando su quehacer en las dos manos y por ambos lados sin alcanzar la compenetración de un ejemplar que no miraba otra cosa que la tela y con el que había que rebozarse relajándose que era lo que pedía el morito al que terminó con manoletinas, pinchazo y entera que bastó… Palmas al novillo y silencio para el torero que en el sexto, sin trazo de faena, dejó ir una oportunidad de las que cuestan…

Buen torero puede llegar a ser Sergio Flores como ya en su presentación acusó condiciones para sobresalir, brindando en el tercero una labor fincada en la mano izquierda al natural con series ligadas que se le corearon, aunque en determinados momentos podía, porque el novillo sobradamente se lo permitía y casi se lo exigía, embraguetarse más y no torear tan despegadillo dada la largueza de sus brazos. También escuchó ovación en ayudados con la derecha, pero dejando claro que por el izquierdo se empleó mejor cuando bien que sabe templar. Se llevó un puntazo profundo en la pantorrilla izquierda que le hizo sangrar profusamente recibiendo un aviso del palco.

Salió para matar al séptimo vendado y con una media en la pierna herida cojeando ostensiblemente y acentuándolo en momentos determinados mirándose disminuído y por debajo del nivel que exigió el bovino al que despachó de estocada tres cuartos defectuosa y descabello al primer golpe. Interesante será verle más adelante.

Y había cierta expectación tras el sonado triunfo de su presentación por volver a ver al ecuatoriano Juan Francisco Almeida quien con el cuarto no cobró altura mayor dejando todo en detalles para recibir silencio solo que…

Solo que llegaría el último con las lumbreras a tope regando luz en el ruedo, con el que sabía que tenía que dar de sí y… Y lo dio.

El de Los Encinos con buen tranco desde su salida, traía gran fijeza, brío, temple y clase en el embestir claro, noble y con son lo que apreció desde salida el chaval centroamericano que tuvo la condición de saber plantear estupendamente su obra cuando es poseedor de ritmo y cadencia en sus maneras toreras plasmando el toreo por abajo en series muy bien ligadas, acompañando, muy reunido, toreando con la lentitud que el burel ofrecía llevándolo embebido en los engaños y rematando las series, intercalando el afarolado con el de pecho para escuchar el batir de las palmas. Bien estructurada su faena, marcó en su desarrollo profundidad y hondura metiéndose a la afición en el bolsillo para cuando el bravo le pidió la muerte, perfilándose en corto y por derecho, como lo hiciere en su primero, irse recto, sin salirse un ápice de la suerte, volcándose y pasándose en el embroque, -- vamos, estocadas a toma y daca atracándose de toro, aunque también debo señalar con el defecto importante de perder la zarga lo que demerita el valor y mérito de la consumación --, ganándose a ley la única oreja que se cortó y con ella el trofeo Manuel Capetillo que estaba en competición, así como el arrastre lento al astado con el que conjugó su triunfo.

Habrá que seguir a Francisco Almeida con la confianza de que le den pitones para su fogueo ya que no hay que olvidar que se trata de un novel con muchas posibilidades pero novel al fin, que empieza apenas su rodaje que con lo que ha manifestado, dentro de un entendible verdor, cabe cifrar esperanzas en su futuro.

Habrá que verle, que sí y…
Y anunciaron los carteles de las corridas que a partir del venidero domingo se darán. Ojalá, lo deseo aunque poco lo confío y menos lo espero por como se acostumbran las cosas en los montajes de las corridas que, aquí sí, valga que vayan a ser FORMALES, la presentación de los toros estén a nivel de un coso de la categoría que algunos queremos dar al Nuevo Progreso de Guadalajara…
En fín, se verá y… Y se dirá.