Miércoles, 18 de Junio 2025
Deportes | A propósito por Jaime García Elías

* Vivas

A propósito por Jaime García Elías

Por: EL INFORMADOR

El nombre de Claudio Vivas se suma a la larga lista de los técnicos que, en la historia del Atlas, no han podido hacer suya la frase de Julio César (“Vine, vi, vencí”), aunque sí una parecida: “Vine, cobré, me fui”..., sin conseguir, a cabalidad, los propósitos para los que fueron contratados: echar los cimientos de una estructura que saque al equipo de su mediocridad crónica y lo convierta en protagonista --ya no en simple extra-- de las competencias en que participa; dejar huella de su paso por la institución, en pocas palabras.

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Carlos Peucelle, cabeza de las fuerzas básicas del River Plate, fue uno de los primeros técnicos argentinos a los que se trajo, hará tres décadas, con esa intención. Honesto, don Carlos estuvo aquí unas cuantas semanas: las suficientes para conocer la realidad del medio... y para dar la media vuelta cuando resolvió que la tierra de Guadalajara no era la idónea para que fructificara la semilla que él podría sembrar.

Lo seguiría, muchos años después, Marcelo Bielsa. El balance de su gestión fluctúa entre quienes sostienen el mito de que él dio forma a la generación de los Márquez, Zepeda, “Chato” Rodríguez, Andrade y demás, con los que el Atlas llegó a una final --que perdió, en penalties, ante el Toluca--... y quienes sospechan que su paso por la institución rojinegra fue una especie de “año sabático”.

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Un contrato no compromete a ningún profesional (Claudio Vivas, por ejemplo) con ninguna institución (el Atlas, verbigracia), “hasta que la muerte los separe”...

Independientemente de que el ahora ex director deportivo del club rojinegro está en todo su derecho de aspirar al crecimiento que significa pasar de un puesto de gran importancia pero de escasa resonancia en un club que socialmente significa mucho en Guadalajara pero futbolísticamente ocupa un lugar muy secundario en México, al cargo de timonel de un equipo como el Argentinos Juniors de Buenos Aires --una de las capitales del futbol mundial--, la maldición del Atlas, en este episodio de su historia, consiste en que el destino le sigue negando la posibilidad de que llegue a fungir como cabeza (una de sus grandes carencias históricas) alguien que se comprometa en serio con el futuro de la institución, y no se limite a verla como una chamba que se abandona en cuanto alguien ofrece otra más ventajosa.

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