* Verdades

Poyetán Le Blanch es un polémico periodista francés que escribe de futbol y que se distingue de la generalidad de sus colegas por dos razones. Una, que sabe pensar. Otra, que sabe escribir.

(En efecto: ya de entrada, por donde se le mire, “rara avis”...).

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Le Blanch pisó callos al dedicar uno de sus artículos más recientes a uno de los rivales de Francia en el próximo Mundial: México.

A partir de la premisa de que “los pequeños triunfos, las pequeñas hazañas hacen creer que siempre David vencerá a Goliat” --aunque ese episodio, según el mismo articulista “se dio una sola vez, en la mitología”--, Le Blanch afirma que “tal es el caso de México”. Sostiene que la prensa, de cara a cada Mundial, “le traza un objetivo que está fuera de su historia: quedar entre los primeros cuatro”. Recuerda que México tuvo que esperar hasta su quinto Mundial (Chile-62) para conseguir su primera victoria, y hasta los dos torneos disputados en casa (1970 y 1986) para alcanzar la meta de disputar un quinto partido. Señala que “el mito de que es un grande del futbol mundial, está sólo amparado por una prensa nacionalista sedienta de triunfos, que forja la ilusión en otras competencias de segundo orden”. Reconoce sus conquistas: la Copa Confederaciones de 1999, tres panamericanos, el Mundial Sub-17 de 2005.

Concluye que “los lauros más recientes demuestran el crecimiento azteca” en materia de futbol. Matiza: “Más allá del respeto que ha conseguido por su juego aguerrido y su orgullo por los colores, México sigue siendo considerado un país en desarrollo”. Aconseja: “Un baño de humildad vendría bien; la crítica constructiva y asumir la realidad podría ser un buen comienzo para que el Tri siga creciendo”. Diagnostica, finalmente: “México no es más que un seleccionado de segundo orden, como lo pueden ser Croacia, Serbia, Bulgaria o Rumania”.

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Poyetán Le Blanch, así, se suma, por derecho propio, a la lista --por demás selecta-- de los críticos a quienes debe encomiarse su objetividad para medir la estatura y calibrar, en consecuencia, con honestidad incuestionable, los modestos alcances del futbol mexicano.

(En esa lista aparece, por cierto, Rafael García, antiguo jefe de deportes de la Associated France Presse, y quien llamó a México, hace cuatro décadas --más con el afán de medirlo que de ofenderlo--, “el eterno adolescente del futbol mundial”).