* Talismanes

Como en la jornada anterior, cuando debutó como timonel del Guadalajara, con Jaguares como adversario, a Raúl Arias, ayer ante los “Pumas”, le funcionaron, más que “el librito”..., los amuletos.

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En efecto: para que un equipo inoperante en el aspecto ofensivo, como el suyo, consiguiera un gol —el que valió el empate—, dependió del trébol de cuatro hojas. El gol que el “Chicharito” Hernández buscó, sin éxito, a base de técnica individual —un zurdazo que rebotó en el travesaño—, llegó más tarde, por la ruta azarosa de un desvío absolutamente circunstancial.

Y después, para que el empate prevaleciera a pesar de que en el segundo tiempo el partido hacía recordar el juego del gato con el ratón y parecía a la medida para que los “Pumas” se ensañaran con un adversario enclenque a la defensiva e inoperante al ataque, y de que las “Chivas”, con su actitud de equipo chico y su futbol mezquino, desmintieron el lema de “juega sin miedo” que supuestamente simbolizaba el uniforme gris y blanco que vistieron ayer, influyeron, sin duda, la herradura y la pata de conejo de su técnico.

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El Atlas, la noche anterior, consiguió la victoria “con la marca de la casa”...

Jugó basura la mayor parte del tiempo. Agredió a la lógica con la manera en que su técnico acomodó a sus “atacantes” en el segundo tiempo: Pacheco, volante ofensivo por derecha, tirado a la izquierda; Bottinelli, interior con clara predilección a moverse por la izquierda —desde donde arrancó para hacer el golazo con que empató el marcador, ya en el minuto 82—, (y “congelado” durante varios partidos por su técnico, por celos infantiles e intrigas de vestidor), inventado como puntero derecho; Osorno, extremo izquierdo, disfrazado de segundo centro delantero; Alférez, demasiado bisoño aún, empecinado en hacer suspirar por Vargas a los observadores, con todo y que el “Turbo” ha tenido un rendimiento paupérrimo en la campaña...

Con tantos inventos, una de dos: o su autor es un genio —lo que se habría comprobado si el equipo hubiese funcionado—... o es un farsante.

El Atlas, así, sin pies ni cabeza, estuvo abajo en el marcador durante 40 minutos... y ganó, más a base de redaños que de buen futbol, en el último segundo del último minuto de tiempo añadido por el árbitro. O sea, al más puro estilo Atlas.