* Saliva

En lo que Pumas, goleando al Querétaro, y Cruz Azul, haciendo exactamente lo mismo con el Morelia, pero especialmente el América por la vía del escandaloso 7-2 al Toluca, daban las campanadas de la jornada dominical, en el ambiente prevalecían, paradójicamente, los ecos de los empates que consiguieron los equipos tapatíos: el de los ex-“Tecos” —ahora Estudiantes— ante el Monterrey, porque les permite conservar una dosis aceptable de protagonismo en el Grupo 3, en que la mediocridad es la regla; el del Atlas en Ciudad Juárez porque lo mantiene como sublíder del Grupo 1, en que el Toluca, pese a todo, va fugado rumbo a la “Liguilla” y los demás parecen enfrascados en una lastimosa “carrera de tortugas”; y el del Guadalajara ante el Pachuca, porque evitó (¿o sería más correcto decir “aplazó”...?) el cese de Paco Ramírez como técnico.

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El empate de las “Chivas” tendría que interpretarse, objetivamente, como un resultado mediocre...

A despecho de los abundantes pecados mortales que sus defensores han cometido y de las limitaciones de su ofensiva, los rayados llevaban, de entrada, más allá de la presión de crítica y público por sus pobres resultados recientes, la ventaja de ser locales.

A cambio de que en el primer  tiempo perdieron la primacía que adquirieron para terminar abajo en el marcador, en el segundo tiempo tuvieron, durante más de media hora, la doble ventaja de jugador más sobre la cancha..., y la de que el hombre de menos en el Pachuca —pálida sombra, por cierto, del que solía ser en campañas precedentes— fuera precisamente Mendívil: su mejor pieza ofensiva en la etapa inicial.

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Las dudas con respecto a la continuidad de Paco Ramírez obedecen a que el sábado hubo un factor determinante para salvar a las “Chivas” de la derrota y al técnico del cese que ya se estaban cocinando: la superioridad numérica que se tuvo durante la tercera parte del partido.

Los verdaderos exámenes vendrán en los siguientes compromisos —Estudiantes, Puebla, San Luis...—, en parte por los resultados, pero principalmente porque si la presión aumenta de nuevo sobre el equipo, el respaldo de saliva que se dio el sábado a Paco Ramírez como timonel, será insuficiente para evitar que se consume el previsible epílogo de la crónica de lo que ya parece ser una destitución más anunciada que el final de una película del Agente 007.