* Pichón

La noche del miércoles, en el Estadio Jalisco, el Guadalajara se parecía a aquellos “Harlem Globbe-Trotters” que, como su nombre (“Trotamundos”) lo indicaba, recorren el planeta haciendo partidos de exhibición que tienen más de espectáculo circense que de basquetbol propiamente dicho. El Everton de Chile, a despecho de su respetable historial, se limitó a ser la versión futbolera de los anónimos adversarios que se prestan a fungir, a cambio de migajas,  como patiños de aquellos portentosos malabaristas del baloncesto.

*

Sin el menor afán de chotear la mercancía, fue patente que, sin transformarse de la noche a la mañana en leones de melena negra, las “Chivas” se limitaron a aprovechar las facilidades que le dio un equipo por demás trespeleque, un extenso y lamentable catálogo de carencias y limitaciones en las funciones básicas --endeble para defender, inoperante para atacar, carente de talentos en cualquiera de sus líneas...-- para despacharlo de regreso a casa con un rotundo 6-2 a cuestas.

*

Cuando Marco Fabián apareció como un fantasma frente al segundo poste para poner el aplastante 4-0 en la pizarra, cuando apenas iban 36 minutos de partido, de las gradas --bastante desoladas, por lo demás-- se desprendió una voz:
--¡Partidos nuevos...!

Los pocos espectadores presentes decidieron quedarse otro rato... por dos razones, principalmente. Una, el morbo de saber qué tan escandaloso sería el atracón de pichón que se darían los rayados. Otra: si ya habían hecho el sacrificio de descaminarse hasta el estadio, ¿a dónde podían ir, que más valieran...?

*

Una cosa es el buen deseo de que la catarsis que hubo en la reunión que dirigentes y técnico tuvieron con los jugadores en vísperas de ese encuentro, haya servido para cargar baterías y apretar clavijas, y otra muy diferente que la encerrona en los vestuarios de la cancha de entrenamientos haya tenido efectos milagrosos en el plantel. En todo caso, en el encuentro de mañana sábado, ante el Pachuca --líder de la clasificación general, y, al menos en teoría, un sinodal mucho más exigente que el enclenque Everton-- se verá si el Guadalajara se transformó, de la noche a la mañana, en la máquina de jugar futbol y de meter goles que pareció el miércoles, o si sigue vigente la sentencia de “Pipo” Rossi, añeja leyenda viviente del River Plate argentino: “Uno no juega bien cuando quiere..., sino cuando lo dejan”.