Lunes, 02 de Diciembre 2024

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Deportes | A propósito por Jaime García Elías

* Perogrullada

A propósito por Jaime García Elías

Por: EL INFORMADOR

De entrada, una verdad de Perogrullo: “Por campeón, en materia de futbol, se entiende, más que el equipo que gana un campeonato..., el equipo que gana la Final”.

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Entre el Pachuca y el Toluca, primeros de la clasificación general, por la regularidad de sus resultados, por la calidad de sus individualidades y de su juego de conjunto, por los “tirones” que dieron a lo largo de la etapa clasificatoria, habría que escoger al mejor equipo de la temporada...

Sin embargo, puestos a buscar un criterio imparcial, exento de subjetividades, para el mismo efecto, tendrá que reconocerse que los “Pumas” cumplieron a la perfección las exigencias del sistema de competencia: primero clasificaron para el verdadero campeonato, en el llamado “Grupo de la Muerte”, con merecimientos similares a los siete restantes protagonistas de la “liguilla”; luego dejaron en el camino --no sin serios problemas... e incluso con altas dosis de dramatismo, pero ese es otro cuento-- a los rivales que, jornada a jornada, ya en las instancias decisivas, se les atravesaron en el camino; finalmente, fueron un portento de aplicación, de disciplina táctica y de esfuerzo generoso en los partidos de la Final ante el Pachuca...

Así, aunque los “Tuzos” --por todos los antecedentes-- llegaron a las batallas decisivas de la guerra en calidad de favoritos de la lógica, de ninguna manera puede pretenderse que los “Pumas” hayan quebrantado las reglas de la dialéctica para alcanzar la cima, ni que su coronación haya sido un atentado contra nada... Los capitalinos, en los 210 minutos que consumió la Final, supieron ser mejores que los hidalguenses.

Así de fácil...

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El manejo táctico de los dos partidos de la Final podrían quedar inscritos en los anales del futbol mexicano, si no por la clásica agresividad ciega, al más puro estilo “¡Arriba Imperio!”, sí por la aplicación a un sistema táctico que en el juego de ida neutralizó por completo los puntos fuertes del adversario, y en el de vuelta explotó a la perfección la circunstancia propicia de la superioridad numérica --por la expulsión de Mustafá-- para los tiempos extras.

Eso es jugar un resultado al orden. A la lógica... No al azar. No a los “volados”.

Eso fue una prueba elocuente de que, aunque sigue siendo cierto que a la pelota se le pega principalmente con los pies, el futbol se juega preferentemente con la cabeza.

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