* Paciencia...

Sigue vigente el corolario de Héctor Rial al apotegma de Alfredo Di Stéfano: “Dios dé paciencia al que gana... para aguantar al que pierde”.

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La coronación del Cruz Azul en el Torneo de Apertura del futbol mexicano, el domingo, provocó, desde antes incluso de consumarse, reacciones airadas al por mayor...

Las que tuvieron que ver con el arbitraje de Roberto García Orozco, al margen de que soslayaron que el silbante no tiene la posibilidad que sí tienen los críticos e incluso los fanáticos, de repasar las acciones polémicas desde todos los ángulos imaginables y de someter las decisiones a resoluciones colegiadas --es decir, por mayoría de votos entre los “expertos”--, coincidieron, en todo caso, en que las supuestas pifias arbitrales se distribuyeron de manera equitativa: que si el dizque penalty --que no fue, porque el nazareno no lo sancionó como tal-- de Cruzalta sobre Villaluz fue “del tamaño del estadio”, dos faltas “marca Torrado”, que solamente una vez fueron penalizadas con tarjeta amarilla, ameritaban, a todas luces, la roja.

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En todo caso, considerando que las decisiones arbitrales dependen, primero, de la perspectiva, y, segundo, del criterio del juez, cualquiera entiende que es perfectamente posible que el silbante, en primera instancia, aprecie algo diferente a lo que los “expertos” --y borregos que los secundan-- deciden en quinta o sexta instancia, ¿quién, que entienda la naturaleza del deporte y que alcance a captar que los silbantes se mueven durante 90 minutos (y a veces, como el domingo, durante 120... o más) en la cuerda floja, mete la mano al fuego para sostener que los resultados del futbol están amañados, siempre, y que los árbitros son, todos, unos corruptos y unos cuatreros de Camino Real?...

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Por lo demás, decididos a demeritar lo que el Toluca consiguió el domingo a base de futbol y de bravura --de poner, como se decía en la zarzuela, “vergüenza, pundonor... y lo que hay tener”--, también se maneja el argumento de que la columna vertebral de ese equipo está integrada por jugadores extranjeros --los argentinos Cristante y Romagnoli, el paraguayo Da Silva, el brasileño “Sinha” y el chileno Mancilla--, como si eso fuera ilícito... o como si, en todo caso, el Cruz Azul (con Riveros, Vigneri y Zeballos en sus filas) no estaría tan libre de pecado como para ser él quien lanzara la primera piedra.