* Óptimo

Habrá que conceder el beneficio de la duda a los dueños de la pelota...

Aunque los puristas del deporte y los radicales de la norma les cayeron encima, lo más probable --sin que haya, de momento, estadísticas que lo demuestren-- es que el aficionado común apruebe y aun aplauda la decisión que tomaron los dirigentes de los equipos mexicanos, de permitir que se realizaran cuantas contrataciones fueran posibles, al efecto de modificarles --se supone que para bien-- la cara a los elencos, de cara al Torneo de Clausura que esta noche se pone en marcha en el feudo de los “Tecos”.

La apertura, realizada por consenso de los dirigentes de todos los equipos, va en consonancia con la razón de ser de una competencia deportiva: acrecentar la competitividad de los participantes, y, como consecuencia de la depuración de la materia prima, mejorar la calidad del espectáculo.

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La principal objeción que se hace a la medida es en el sentido de que ésta “tiene propósitos esencialmente comerciales”...

Suponiendo que así sea, no queda claro en qué estriba lo reprobable, lo lamentable o lo pecaminoso del caso.

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Es posible que algunos “grandes” que en los torneos más recientes han andado de capa caída --el América, por ejemplo, y en menor medida los Guadalajara, Cruz Azul y Monterrey, entre otros-- (como el Lázaro del cuento: el que “se levantó... y andó”) se esmeraran en mover voluntades para lograr sus propósitos. Puesto que la posibilidad de incorporar refuerzos de un torneo a otro, a mediados de la temporada, se abría para todos, no había, en estricto derecho, deslealtad ninguna. No había ventajas para nadie.

Compró la materia prima para reforzar su plantel --en teoría, al menos-- quien lo estimó pertinente... y quien tuvo dinero para ello. En un régimen profesional, se supone que el espectador resulta beneficiado. Como cuando el Barcelona, o el Real Madrid, o el Manchester United, o el Chelsea, o el Milan, etc., o como cuando los Yanquis, en el beisbol de las Grandes Ligas, o los Celtics, en la NBA, abren la cartera y desembolsan cifras millonarias para incorporar a sus elencos verdaderas luminarias, que el Guadalajara se convierta --guardadas todas las distancias-- en una Selección Mexicana y el América en una Selección Resto del Mundo, debe ser bueno para el futbol, mejor para el campeonato... y óptimo para el aficionado.