* Obligado

Cuando México estuvo, por años, en el “ten top” del futbol mundial, sólo los ilusos o los ingenuos se lo tomaban en serio. Ahora que se le suele incluir entre los 15 ó 20 países de mejor nivel, se agradece la deferencia... aunque aún sea irresistible la tendencia a ruborizarse ante el piropo y a morder las puntas del rebozo.

Belice, rival en turno del “Tri” en la primera fase de la eliminatoria mundialista, se encuentra, en cambio, en los arrabales del mundillo del futbol.

De las dos premisas anteriores se desprende, por su propio peso, la conclusión de que México, hoy, con la probable ventaja de que los aficionados de Monterrey jueguen a favor de “El Equipo de Todos”, como alguna vez se le llamó, tiene la obligación ineludible de vencer con claridad a los vecinos del sureste... aunque no necesariamente de aplastarlos con un marcador escandaloso.

*

Claro: hay reticencias con respecto a lo primero...

El episodio del domingo pasado en Houston, donde el dominio absoluto que los mexicanos ejercieron sobre los beliceños sólo en mínima medida se tradujo en el marcador --triunfo por 2-0, con goles agónicos y circunstanciales--, puede incidir en el desempeño de los tricolores y en las expectativas y el comportamiento de los espectadores.

Salvo en el caso del “amistoso” contra Perú, el “Tri”, en la era de Chucho Ramírez como técnico nacional interino, ha confirmado las mismas deficiencias que acusaba en la precedente “era” de Hugo Sánchez como timonel. Primordialmente, la inoperancia de su ofensiva.

*

Es probable que Chucho y los propios jugadores hayan ensayado, durante la semana, algunos trazos y movimientos que les permitan llegar a la zona de definición, hoy, con mejores perspectivas que el domingo pasado. El riesgo de que se pierda el partido es prácticamente nulo. De hecho, es mayor el riesgo de que los aficionados, en un momento dado, den la espalda a los tricolores... especialmente si repiten una actuación tan mediocre, tan poco convincente como la del partido de ida ante Belice.

En cambio, la conveniencia de que esta vez haya más aplicación y, sobre todo, más contundencia, es considerable, puesto que no será lo mismo haber llegado “de  panzazo” a la siguiente ronda de la eliminatoria, que conseguirlo con la claridad y la amplitud a la que México --por su infraestructura y por su historia futbolística-- estaría obligado.