* Multas

La intención de los dirigentes del Guadalajara es obvia: difundir la decisión de multar a los jugadores del plantel, con la única salvedad del “Chicharito” Hernández, por el bajo rendimiento del equipo en lo que va del Torneo de Apertura, pretende ponerles una banderilla de fuego donde más les duele: en el bolsillo.
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El efecto de la medida, en primera instancia, es previsible. Puesto que se trata de enviar a los jugadores el mensaje de que la directiva recoge fielmente la frustración de los simpatizantes del equipo y decide endosar la factura a los responsables de su frustración, la noticia será, en los próximos días, la comidilla de la semana; se generará un ambiente de morbo, más que de simple expectación, previo al partido ante el Pachuca; se tratará de aprovechar que este Pachuca irregular de Guillermo Rivarola es --de momento, al menos-- una caricatura del Pachuca de Enrique Meza que se significaba por su consistencia, para lanzar a los rayados al abordaje; para que vuelva a resplandecer la dichosa “filosofía chiva”; para que --idealmente-- se reedite el 5-0 con que los rojiblancos vencieron a los “Tuzos” en el partido del precedente Torneo de Clausura (en una noche inspirada de Omar Arellano)..., y, en fin, para que el equipo más popular de México se reconcilie con sus legiones de devotos.
Si esos objetivos se consiguen, nada de extraño tendría que, esa misma noche, la directiva anunciara, con bombo y platillos, que, puesto que los jugadores ya demostraron que sí pueden con la responsabilidad que representa vestir la camiseta del equipo más exitoso en la historia del futbol mexicano, las sanciones económicas que acaban de anunciarse, se dejan sin efecto.
(La clásica película mexicana, pues, con final feliz y música de mariachi).
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Preguntaría alguien: “¿Y si no...?”.
Puede ser que el esfuerzo (o “la actitud”, como ahora dicen) aumenten de la noche a la mañana por obra y gracia de ese tipo de medidas. Sin embargo, es difícil que también así, de un día para otro, se adquieran el orden que ha faltado y la calidad que a todas luces escasea en el plantel. (No la calidad necesaria para que un equipo alterne las de cal con las de arena, entiéndase; sí, en cambio, la que lo convierta, del “extra” que es actualmente, en el protagonista con que sueñan sus dirigentes y sus simpatizantes).