* Hugo

Que haya caído en desgracia porque fue un fiasco como técnico nacional, no le quita a Hugo Sánchez el rango de personaje en el mundillo del futbol...

Si como seleccionado mexicano quedó bastante a deber, la historia que escribió como goleador con el Real Madrid lo inscribe en la categoría de quienes han sido profetas... aunque no precisamente en su tierra. Y si como comandante del “Tri” también entregó números rojos, porque no sólo no cumplió ninguno de los compromisos que contrajo mediante sus declaraciones, ni se aproximó a las metas que se trazó como el “triunfador contumaz” que supo venderse para que le dieran el cargo, sino que no hizo olvidar a su antecesor en el puesto, en su etapa como timonel de los “Pumas” entregó números negros: saldo positivo en el balance de victorias y derrotas, y dos títulos que, al margen de simpatías o antipatías, son parte de la historia.

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Porque es un personaje del futbol, pues, es una de las noticias importantes del final del año el anuncio de que Hugo Sánchez fue designado director técnico del Almería.

Porque se le conoce de sobra el carácter, seguro que para él no se trata de una humillación: del cargo de entrenador nacional, al que llegó prometiendo que México lucharía por las medallas en los Juegos Olímpicos de Pekín y fracasó escandalosamente porque ni siquiera consiguió la clasificación, al de timonel de un equipo modesto de la liga española, ocupante del peldaño número 16 y amenazado por el descenso a la Segunda División, si Hugo recogió el guante que le lanzó al rostro el destino es porque se siente capaz de responder con el único argumento que puede relanzar su carrera como técnico: resultados.

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Por su vinculación con España y con lo español, porque allá escribió las mejores páginas de su carrera --hace 30 años que se fue al Atlético de Madrid, que le sirvió de trampolín para el Real--, y porque a nadie se le desea mal (y mucho menos en estas fechas), convendrá hacer votos: un poco porque Hugo se levante... y otro poco para que el fracaso que fue su paso por la Selección le haya dejado la enseñanza de que un poco de humildad --y del respeto que nunca le tuvo a su antecesor en el cargo-- a nadie le demeritan la grandeza.

Al contrario.