* Dramas

Una vez que se consume --si los resultados de la última jornada de la etapa clasificatoria del Torneo de Apertura honran a la lógica-- que esta ha sido una campaña “pa’ los perros” para los aficionados de Guadalajara, merced a la mediocridad de los equipos que supuestamente representan al terruño, viene el siguiente capítulo del drama: ¿qué hacer para reivindicarse, de ser posible en el Torneo de Clausura correspondiente a esta misma temporada...?

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Del Guadalajara, en especial, pudiera pensarse que los actuales dueños de sus destinos estarían cocinando una sorpresa: decir que continuarán apostando por los jugadores de su propia cantera... y mover los hilos, por debajo del agua, para tratar de incorporar un “pez gordo” (o dos, de preferencia...) a su elenco.
Cualquiera diría que sería lo idea. Que si se echa mano a la chequera y se toman medidas para sacar al equipo de la mediocridad que lo ha caracterizado en lo que va de la campaña, ciertamente los incondicionales del “Rebaño Sagrado” no saldrán a manifestarse en contra de los dirigentes. ¿Cómo iban a hacerlo, si precisamente de un equipo competitivo --“protagonista”, se les dice ahora-- piden, a gritos, su limosna...?

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Sin embargo, surge, ipso facto, una pregunta demoledora: “¿A quién contratar, por ejemplo...?”.
De los atacantes que actualmente tiene el Guadalajara en su plantel, dos llegaron a ostentar, con pleno merecimiento, sendas etiquetas de “goleadores”. Uno, Omar Bravo, está en vías de jugar por última vez con las “Chivas” este sábado, al comprobarse, a partir de criterios objetivos, evidentes, indiscutibles, que “de aquel chorro de voz” que llegó a tener cuando correspondía con goles en beneficio del club a lo que el club hacía por él, “sólo le queda un chisguete”. Otro, Arellano, está en vías de sumarse a la extensa lista de las promesas... que en eso se quedaron.

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El mayor drama del Guadalajara, sin embargo, consiste en que, habida cuenta de la limitación a la que lo condena su política de sólo contratar jugadores mexicanos, el remedio para sus males no parece encontrarse en el mercado... Y menos cuando se cae en la cuenta de que dos de los pocos atacantes mexicanos que se salvan de la quema merced a su eficacia --Ochoa y Sabah-- ya pasaron por el plantel rojiblanco, y, por angas o por mangas, no acertaron a hacer huesos viejos en él.