* Cheque

Durante más de 75 minutos, el sábado en el Jalisco, el equipo que siempre perdía, ganaba..., y el que siempre ganaba, perdía. Como quien dice, los patos estaban tirándole a las escopetas... En el último cuarto de hora de partido, las aguas volvieron a sus cauces normales: el ganador contumaz volvía a ganar..., y el habitual perdedor volvía a perder.

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Para que, en la última página de la historia, prevaleciera la lógica a favor del Guadalajara y se disolviera la sorpresa en perjuicio de la Autónoma, se conjuntaron varios factores: dos de ellos, importantes; el tercero, determinante...

De entrada, el táctico. José Luis Real aguantó demasiado los cambios. Fue hasta después de la hora de partido, a poco de que los ex “Tecos” ampliaron a 2-0 la ventaja que habían adquirido desde los primeros minutos de juego, que al “Güero”, por lo visto, le cayó el veinte: entendió que la lucha, con la formación inicial mantenida a ultranza, estaba prácticamente perdida. Su equipo carecía de recursos para traducir en oportunidades de gol --sin las cuales es imposible aspirar a la victoria-- su dominio aparente. Tenía la pelota, pero no sabía que hacer con ella... Fue a partir del ingreso de Bautista --aunque la aportación del “Bofo”, notoriamente desencanchado, fuese prácticamente nula-- que las “Chivas” pudieron poner al rival de espaldas contra las cuerdas.

A continuación, lo físico. Bautista, Fabián y Arellano fueron, en efecto, jugadores de refresco. Su movilidad dio sentido y claridad a trazos y movimientos ofensivos. El dominio de los rayados se tradujo, ahora sí, en amenaza para el arco rival. Los Estudiantes, en compensación, en parte por algo muy parecido al conformismo, y en parte porque casi seguramente les pasó factura el reciente viaje a Sudamérica para el partido de la Copa Libertadores ante el Juan Aurich peruano, gradualmente se apagaron, se descompusieron, perdieron el orden... y perdieron el partido.
Y lo más importante: el peso específico del “Chicharito” Hernández en la alineación...

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Por su fortaleza, por su oportunismo, por su visión de gol, por los atributos que le permiten crearse espacios en la zona de la cancha en que menos libertades suelen concederse a nadie, primero, y poner la bala donde pone el ojo, después, Javier, hoy por hoy, es el cheque al portador en el bolsillo con que el Guadalajara sale de compras todos los fines de semana.