Martes, 14 de Octubre 2025
Deportes | Por Jaime García Elías

* Alcahuetes

Por Jaime García Elías

Por: EL INFORMADOR

La reacción de Sambueza es, con todas sus letras, una agresión. MEXSPORT  /

La reacción de Sambueza es, con todas sus letras, una agresión. MEXSPORT /

Si vamos a hablar en español, no se necesita ser académico de la lengua, ni mucho menos, para saber que la reacción de Rubens Sambueza ante la tarjeta roja que le mostró el silbante Román Rafael Medina, en el partido Atlas-Estudiantes Tecos del martes en el Estadio Jalisco, se llama, con todas sus letras, “agresión”.
El diccionario no deja margen para la duda. “Agresión” --dice-- es “el acto de acometer a alguno para (...) hacerle daño”, y también “ataque rápido y por sorpresa (...) considerado injusto o reprobable”. Sambueza, al arremeter contra Medina, golpearlo con la cabeza y derribarlo, trató, evidentemente, de causarle daño. De hecho, al caer el silbante y llevarse las manos al mentón, quedó claro que la agresión se consumó. Lo de menos es que la lesión haya sido leve.

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Precisamente porque las agresiones a los silbantes son excepcionales --a diferencia de las protestas o las ofensas, que son el pan de cada día--, y porque es cosa sabida que el Reglamento de Sanciones de la Federación Mexicana de Futbol prevé que deben ser penalizadas con un año de castigo, cuando llegan a darse son noticia. Se comprende, por lo demás, que un equipo trate de defender a quien agrede a un árbitro, si considera honesta y objetivamente que tiene argumentos para ello, porque un jugador forma parte de sus activos, y un año de suspensión es un castigo extremadamente severo.
Lo que ya no queda tan claro es que, antes de que la Comisión Disciplinaria emita su sentencia, los propios dirigentes de la Comisión de Arbitraje presionen a la víctima para que suavice los términos de su reporte, consignando un simple “intento de agresión” --lo que excluye, por definición, la consumación del hecho-- donde hubo una agresión con todas las de ley... aunque ello implique torcerle el pescuezo al cisne de la verdad, distorsionar la realidad y deteriorar, por tanto, el argumento de autoridad que el silbante encarna.

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Para el gesto de los dirigentes de la Comisión de Arbitraje también hay, en español, vocablos a la medida: chapuceros, timoratos, pusilánimes... o (en la medida en que encubren a un culpable y anteponen los intereses económicos al respeto puntual de la norma vigente y de la autoridad del árbitro) alcahuetes.
¡Y todavía se quejan, los dirigentes de ciertos equipos, de que los silbantes tienen “consigna” de fastidiarlos...!

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