“Pertenecía a una pandilla. Unas semanas antes mataron a un amigo de la pandilla y nos avisaron que seguía yo. Entonces me conseguí un arma para estar preparado y justo en esa semana pasaron por mi casa los que mataron a mi amigo, les tiré y maté a uno, a otro lo dejé herido”.Este testimonio pertenece a un joven jalisciense y forma parte del informe especial “Adolescentes: Vulnerabilidad y Violencia”, que publicaron este año la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH) y el Centro de Investigación y Estudios Superiores en Antropología Social (CIESAS).En el estudio se destaca que se llevaron a cabo 730 entrevistas a adolescentes que se encuentran privados de su libertad en 17 entidades por infracciones graves y por el uso de la violencia.De esta cantidad, se precisa que 36 jóvenes fueron abordados en Jalisco. En el documento se resalta que, dentro de las modalidades de la actividad delictiva cometida por ellos, 22% corresponde al crimen organizado, 31% a las pandillas y 47% a actos individuales.También se agrega que los principales ilícitos por los cuales se registró el internamiento de 271 jóvenes en tres centros de la Entidad fueron robo con violencia, homicidio, secuestro, robo de vehículo, delincuencia organizada, violación y parricidio.El director del Observatorio Nacional Ciudadano, Francisco Rivas, afirma que entre los factores que facilitan que un menor sea atraído por pandillas o bandas delincuenciales están la falta de apoyo por parte de sus familiares, el consumo de drogas y la carencia de un trabajo bien remunerado.Para Igor González, jefe del Departamento de Sociología de la Universidad de Guadalajara (UdeG), si bien el Nuevo Sistema de Justicia Penal cambió el enfoque para prevenir este tipo de conductas en vez de castigarlas, aún existen deficiencias.
