Si de algo sirven las afectaciones que el demoledor temporal de este año ha dejado a su paso por Jalisco, es para atraer la mirada al claro mensaje que la naturaleza envía a sus habitantes: cada acción en detrimento del medio ambiente trae consecuecias importantes.La granizada que cubrió de hielo la Avenida Lázaro Cárdenas el 30 de junio; el alud de lodo que llenó el Centro de San Gabriel y tomó cinco vidas; la tormenta “atípica” que inundó la Estación San Juan de Dios de la Línea 2 del Tren Ligero y el canal destruido del Arroyo “El Garabato”, en Zapopan, son apenas una muestra mínima de la rúbrica con la cual la naturaleza borra la huella que, poco a poco, el hombre ha dejado en la Entidad.Con suma facilidad, la Tierra se defiende, cobrándolo con creces, de los incendios forestales, la tala inmoderada en sus zonas boscosas y serranas, de los millones de autos que queman combustible a diario y de las edificaciones autorizadas en zonas de recarga de mantos freáticos.Con daños cada vez más graves, la naturaleza lanza un serio recordatorio de respeto a la humanidad. Y Jalisco, como Nueva York o Beijing, también está en la lista de ciudades advertidas.