Viernes, 19 de Abril 2024

Enfrentan secuelas por acoso; animan a víctimas a denunciar

El primer cuadro tapatío es uno de los espacios de mayor conflicto en la ciudad, según el diagnóstico; detectan que afectadas cambian patrones de conducta, como no caminar solas o cambiar rutas

Por: El Informador

De acuerdo con el estudio de ONU Mujeres, las víctimas de acoso cambian sus hábitos y hasta los sitios que acostumbran para evitar exponerse a nuevos riesgos. EL INFORMADOR/Archivo

De acuerdo con el estudio de ONU Mujeres, las víctimas de acoso cambian sus hábitos y hasta los sitios que acostumbran para evitar exponerse a nuevos riesgos. EL INFORMADOR/Archivo

A Verónica, el camión siempre la deja a varias cuadras de su escuela. Un día, mientras caminaba hacia ella, un hombre se le acercó y prácticamente la acorraló contra la pared. Fue uno de los peores momentos de su vida, pues el agresor comenzó a tocarla. La agresión duró unos segundos, pero para ella fueron eternos.

Cuando ella gritó, él la dejó y corrió. Verónica no supo qué hacer, temblaba de miedo y muchas cosas pasaron por su cabeza. No tuvo otra opción que seguir su camino sobre una banqueta que, debido a sus nervios, parecía gelatina de tanto que le temblaban las piernas.

“Es algo que nunca se te olvida. Pasaban los días y yo me seguía sintiendo mal, me sentía triste, no quería ponerme algún tipo de ropa y ya a cualquier persona que veía le sacaba la vuelta… y todavía lo hago. Una cosa de esas nunca se te olvida, siempre caminas con miedo y evitas muchas cosas”.

Además de la afectación social, el acoso sexual daña emocionalmente a las mujeres en diferentes grados. De acuerdo con el estudio “Acoso Sexual y Otras Formas de Violencia Sexual en el Espacio Público” que ONU Mujeres elaboró en Guadalajara, después de un episodio de acoso las mujeres pueden sentir culpa, frustración, vergüenza, humillación, desconcierto y abatimiento, entre otros sentimientos.

El jefe del Departamento de Psicología Básica del Centro Universitario de Ciencias de la Salud (CUCS), Francisco Gutiérrez Rodríguez, aseguró que mientras hay quienes no tienen repercusiones importantes o a largo plazo, hay víctimas que no pueden afrontar lo que les sucedió y se ven afectadas a grados mayores.

“Puede evolucionar en un trastorno más severo a nivel de fobia social: no querer salir, no querer ir a trabajar, no querer ir a la escuela”.

La Encuesta Nacional sobre la Dinámica de las Relaciones en los Hogares (Endireh) 2016 reveló que casi cuatro de cada 10 mujeres han vivido una situación de violencia por parte de desconocidos, sobre todo de tipo sexual, por intimidación, acoso, abuso o violación. Por eso, la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH) advierte que los eventos de este tipo pueden ser denunciados ante el Ministerio Público o ante los organismos públicos defensores y protectores de derechos humanos.

Paradas del camión y alrededores de escuelas concentran casos

Justo a unas cuadras del Ayuntamiento de Guadalajara, Jazmín fue víctima de acoso. Mientras ella esperaba a que el semáforo se pusiera en verde para atravesar la calle, un chofer de camión le comenzó a decir palabras obscenas desde el interior de la unidad.

Frente a Cecilia, quien caminaba por la zona del Mercado San Juan de Dios, un hombre se bajó el cierre para tratar de intimidarla y comenzó a ofenderla. En otro caso, mientras Iris bajaba del camión en la calle Contreras Medellín, un hombre se le acercó sólo para mostrarle sus genitales. Paloma, otra víctima, caminaba por la calzada Independencia y un hombre en bicicleta pasó y le dio una nalgada.

Esas y cientos de situaciones de acoso más se viven todos los días en el Centro tapatío. El estudio “Acoso Sexual y Otras Formas de Violencia Sexual en el Espacio Público”, elaborado por ONU Mujeres en Guadalajara, especifica que los espacios más recurrentes para las situaciones de acoso son los alrededores de planteles escolares, el transporte público y las paradas de camión.

El estudio también revela que la mayor victimización de mujeres se da en el grupo de edad de los 15 a 29 años, seguido por el de mujeres de entre 26 y 35 años. Ambos representan 66.6% de la prevalencia de violencia sexual en el espacio público de Guadalajara.

Las mujeres entrevistadas para el estudio refirieron que han tenido que cambiar ciertas actividades diarias para evitar o enfrentar el acoso, como no caminar solas, evitar pasar por lotes baldíos, pedir a sus padres o hermanos que las acompañen o que las busquen en las paradas de camión a su llegada.

Educación en género y equidad, la clave

Desde temprana edad, los niños y niñas comienzan a tener una educación diferenciada, y eso legitima los roles y estereotipos. A los primeros se les hace creer que son más importantes, más fuertes y que deben ser atendidos, expuso Eduardo González Vázquez, director de la sociedad civil Generoscopio, que ofrece consultoría especializada en género y derechos humanos.

En su opinión, la construcción de esos roles hace que algunos hombres tengan la “necesidad” de reafirmar su masculinidad a través de situaciones negativas, como los diferentes tipos de violencia hacia el sexo opuesto.

“Acosamos y violentamos a las mujeres en primera instancia porque creemos que tenemos el derecho de hacerlo y, en segundo lugar, como una manera de reafirmar nuestra masculinidad o una manera de ejercer el poder sobre las mujeres”.

Por eso urge una educación equitativa en donde los niños comprendan el concepto, lo integren a su vida de manera normal y crezcan con la conciencia de que no es necesario ejercer poder sobre las mujeres para ser “más hombres”.

“Es lo más importante: abordar temas de sexualidad desde pequeños es fundamental. También es necesario impartir capacitaciones en género a los docentes para que sean sensibles y tengan las herramientas suficientes para enfrentarse a las diferentes situaciones con sus alumnos”.

LA VOZ DEL EXPERTO

Inseguridad y miedo al crecimiento, las secuelas que padecen

Ana Georgina López Zepeda (psicóloga del Centro de Acompañamiento de Estudios Juveniles del ITESO)

El acoso sexual es un acto de intimidación e imposición de poder que los hombres tienen contra las mujeres. Y si una víctima tiene, además, una situación de violencia de cualquier tipo en su vida, el acoso puede provocarle una mayor reacción, a diferencia de quien no tiene este antecedente.

De acuerdo con la experta, el acoso puede dejar secuelas a corto, mediano y largo plazo y éstas se pueden traducir en miedo, estados de shock, estrés postraumático, pesadillas y hasta problemas físicos como el dolor de músculos e insomnio.

Sin embargo, también existen secuelas a nivel social, como el que las víctimas ya no quieran ir a su trabajo, rechazar un puesto en algún lugar donde no le parezca seguro, no tener actividades recreativas y no salir por las noches, mucho menos solas.

“Esto afecta muchísimo la calidad de vida. También afecta la calidad de las relaciones, porque hay un sentimiento de culpa interiorizado muy fuerte y hay una vergüenza de contarlo. Un sentido de impotencia muy grande porque la mayoría de las veces la gente que está en el lugar se queda como testigo, pero sin actuar”.

GUÍA

Todo cuenta a la hora de señalar al agresor

¿Con quién denunciar?

Por la vía jurisdiccional, al agente del Ministerio Público del Estado para que ejercite acción penal, o ante el juez de lo civil para solicitar la reparación del daño causada por el hostigamiento o acoso sexual. Por la vía no jurisdiccional, ante los organismos públicos defensores y protectores de derechos humanos.

¿Cómo contactarlos?

La Comisión Estatal de Derechos Humanos Jalisco (CEDHJ) se encuentra en la Colonia Americana, de Guadalajara. En la calle Pedro Moreno # 1616, y en el teléfono 3669-1101, en las extensiones 117 y 135.

¿Puedo aportar pruebas?

Sí, tantas como sea posible. La declaración es la primera y más importante de las pruebas para sancionar a los acosadores, pero también las videograbaciones, correos electrónicos, mensajes de texto, declaración de testigos, constancias médicas y psicológicas sirven para reforzar el señalamiento en contra del agresor.

Mujeres indígenas, con más obstáculos

No todas las víctimas saben cómo interponer una denuncia en caso de sufrir acoso, y la alta tasa de impunidad también incide en que quienes sí saben, decidan no presentarla.

Pero hay grupos con mayor vulnerabilidad. El de las mujeres indígenas, por ejemplo, enfrenta aún más obstáculos debido a que no todas hablan español y son parte de otros problemas, como la discriminación.

El estudio de Acoso Sexual de ONU Mujeres incluyó un análisis con un grupo de indígenas mixtecas, integrantes de los pueblos Chol, Wixárika, Mixe y Totonaca. Algunas de ellas eran estudiantes, otras trabajaban como artesanas vendiendo sus productos, y otras eran comerciantes y trabajadoras domésticas.

Según los resultados, las participantes reconocen que la violencia sexual se combina también con la exclusión y discriminación. Además, opinan que se les ve como migrantes o “recién llegadas”, lo que hace creer a la gente que no conocen la ciudad, no tienen suficiente información y eso las pone en una situación mayor de riesgo.

La coordinadora del Comité de América Latina y el Caribe para la Defensa de los Derechos de las Mujeres (Cladem), Guadalupe Ramos Ponce, señaló que es importante hacer una labor de sensibilización con estos grupos focales para que puedan reconocer cuándo son acosadas y cómo poder denunciar.

Insistió en la necesidad de fomentar la cultura de la denuncia por parte de la autoridad, con campañas permanentes dirigidas a todos los grupos de mujeres. “Es muy importante visibilizar el acoso callejero, porque ni siquiera se alcanzan a dar cuenta de que las situaciones que están viviendo son violentas. Se ha normalizado y naturalizado de tal manera que, por una parte no se promueve la denuncia, pero tampoco les queda claro que viven violencia”.

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