La física podría estar a punto de vivir una de sus revoluciones más grandes: astrónomos estiman con un 90% de probabilidad que en los próximos diez años se logre observar la explosión de un agujero negro, un evento que abriría la puerta a confirmar teorías formuladas hace casi medio siglo.Fue en 1974 cuando el físico británico Stephen Hawking planteó que los agujeros negros emiten una radiación térmica peculiar, más tarde conocida como radiación de Hawking. Según sus cálculos, esta emisión provoca que el agujero negro pierda masa lentamente hasta evaporarse y, finalmente, estallar. En este proceso, los cuerpos más pequeños se calientan y desaparecen con mayor rapidez, mientras que los más grandes permanecen estables por más tiempo.En un estudio reciente de la Universidad de Massachusetts Amherst, compartido por Space.com, los investigadores sugieren que este tipo de fenómenos podrían registrarse con más frecuencia de lo pensado gracias a un modelo innovador llamado “dark-QED toy model”. Esta propuesta contempla la existencia de un electrón oscuro, una partícula hipotética que modificaría el comportamiento eléctrico de los agujeros negros.De acuerdo con este planteamiento, las explosiones de agujeros negros primordiales ocurrirían hasta diez mil veces más seguido que lo calculado anteriormente, con una media de una cada diez años. Esto marcaría un cambio radical respecto a estimaciones pasadas, que pronosticaban apenas un estallido cada 100 mil años.En el universo existen distintas categorías. Los agujeros negros estelares, con masas entre diez y mil veces la del Sol, surgen tras el colapso de estrellas masivas. Por otro lado, los supermasivos concentran millones o incluso miles de millones de masas solares y, según expertos, se originan de fusiones progresivas de otros agujeros más pequeños.El caso de los primordiales es diferente. Estas hipotéticas estructuras habrían aparecido apenas un segundo después del Big Bang, producto de fluctuaciones de densidad, y podrían tener masas similares a planetas o incluso a asteroides.Si se llegara a registrar la explosión de uno de estos cuerpos, los científicos podrían observar un torrente de partículas diversas. Los cálculos señalan que no solo se liberarían elementos del modelo estándar de la física (como electrones, quarks o bosones de Higgs), sino también partículas vinculadas a la materia oscura, lo que abriría una nueva era en la investigación del universo.El investigador Michael Baker, de la Universidad de Massachusetts Amherst, explicó: “No afirmamos que esto sucederá con absoluta certeza durante la próxima década, pero existe una probabilidad del 90% de que así ocurra. Ya contamos con la tecnología necesaria para observar estos fenómenos, por lo que debemos estar listos”.El también integrante del equipo, Andrae Thamm, apuntó: “Mientras más pequeño es un agujero negro, más caliente se vuelve y mayor cantidad de partículas emite”. En ese sentido, el reto de los astrónomos es encontrar los rastros de la radiación de Hawking, considerada la clave para identificar estas explosiones.Su colega Joaquim Iguaz Juan añadió: “Sabemos cómo observar la radiación de Hawking. Podemos detectarla con los telescopios actuales, y como los únicos agujeros negros que pueden explotar hoy o en un futuro próximo son los primordiales, si detectamos la radiación de Hawking, estamos observando la explosión de uno de ellos”.Hasta hace poco, la posibilidad de presenciar un evento así era considerada mínima. Sin embargo, este nuevo enfoque sobre la carga eléctrica de los agujeros negros plantea un escenario completamente diferente. De comprobarse, supondría un cambio profundo en la física moderna, pues confirmaría la existencia tanto de la radiación de Hawking como de los agujeros negros primordiales.El propio Iguaz Juan concluyó: BB