Jueves, 28 de Marzo 2024

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Vitales banquetas

Por: Juan Palomar

Vitales banquetas

Vitales banquetas

Literalmente, guardan la vida. En el sentido preciso de preservar la integridad física de los peatones y en el sentido cívico de albergar buena parte de los intercambios humanos que suceden en la ciudad. Simplemente por estas dos características las banquetas debieran ser universalmente vistas y tratadas como espacios rectores y esenciales de todos los contextos citadinos.

Es necesario reiterar la relevancia de algo que siempre está amenazado por la barbarie y la desconsideración: las banquetas son el principal espacio público de Guadalajara. Franjas de territorio destinadas primordialmente para la estancia y la circulación de la gente. Despejadas, libres de toda obstrucción, accesibles universalmente, con sensata amplitud, arboladas adecuadamente, de pavimentos apropiados: son las notas principales que las banquetas debieran tener.

Son la transición natural entre la propiedad pública y los predios privados: límite, separación; pero también espacio de unión y confluencia. Para los niños son el primer aprendizaje de la ciudad, el acceso de la casa protectora hacia la intemperie del dominio común, del lugar donde ocurren todas las posibilidades y por donde el diverso mundo pasa y todo el mundo circula. Para los vecinos son los ámbitos propicios para el saludo, el intercambio y la conversación que llevarán después a los lazos de solidaridad y pertenencia sin los que ninguna población puede adquirir cohesión, identidad.

En términos prácticos las banquetas son la pieza del organismo citadino que permite el abasto de todos los servicios y mercaderías, y el desecho también de lo que haya menester. Siempre fugazmente, y con todo orden, por ellas circularán algunos vehículos con la plena conciencia de sus conductores de que están en terreno ajeno, y delicado. Coches, vehículos de reparto, bicicletas… El abuso del automóvil, combinado con las limitaciones del mercado, hace frecuentemente que las banquetas no sean más que una avara banda de cemento entre los autos que pasan por la calle y las cajuelas de los que están estacionados. Así se pierde con facilidad una de las notas más significativas de las banquetas: éstas tienen todo que ver con las plazas y mucho menos con el arroyo vehicular. Su esencia es la interacción social y urbana, sea ésta en movimiento o en estancia más o menos prolongada.

Una de las medidas oficiales más benéficas adoptadas los últimos años ha sido el del programa Banquetas Libres. Ojalá sea permanente. No solamente ayuda de manera determinante a recuperar y proteger las banquetas, sino que por extensión se convierte en una poderosa herramienta para impulsar y reimplantar el sentido cívico de la población. Si se respeta una banqueta de alguna manera se avanza en el respeto de todo lo que debe ser una ciudad.

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