¿Cuánto odio puede haber en una persona para deshumanizar a otra e incluso arrebatarle la vida? Victoria Guadalupe supo lo que es la violencia de género a sus escasos seis años. La pequeña salió de su casa para ir a la papelería el pasado 6 de abril, pero no volvió. La movilización de su familia y vecinos en el municipio El Marqués, Querétaro, derivó en una Alerta Amber.No tuvieron que esperar demasiado para encontrarla. Fue asesinada por asfixia y tenía huellas de violencia y abuso en su pequeño cuerpo. Feminicidio.Los propios vecinos denunciaron el hallazgo, la niña estaba en una de las calles del fraccionamiento cubierta de plástico; entonces la furia se propagó. El cateo de los domicilios arrojó las primeras pistas y el responsable fue detenido el pasado 10 de abril. Era uno de los vecinos del lugar que se había mudado dos meses atrás. Un depredador al acecho de cualquiera, lamentablemente fue Victoria.No todos pueden encontrar respuestas. Los padres de María Fernanda, en Nuevo León, esperan la captura del feminicida de la joven de 27 años, que sigue prófugo. Ella salió de casa el pasado 3 de abril y no regresó; denuncia de por medio, el cuerpo de María Fernanda apareció cuatro días después. Rescataron los restos en una finca en Apodaca. Fue la guía de la familia, rastreando su auto y su teléfono móvil, colaborando tanto como pudo con las autoridades, que lograron localizarla.Una marcha para exigir justicia por el feminicidio de María Fernanda, y todas las mujeres que como ella han desaparecido y este año suman ya 275 en Nuevo León, terminó la tarde del domingo con el incendio de las puertas de Palacio de Gobierno y los hechos le dieron la vuelta al país. El recinto quedó custodiado por decenas de elementos de seguridad.Esta es sólo una muestra. El problema se vive en todo México. Estadísticas aparte, lo más grave es que una vez que la sociedad se organiza para realizar búsquedas o visibilizar la gravedad de una desaparición es que la exigencia de justicia se sanciona; todo se reduce a calificar como vandalismo un acto que evidencia el letargo de las autoridades.¿Qué falta para garantizar la seguridad de las niñas y las mujeres en las calles de nuestro país? Si no son asaltos que terminan en homicidio, son secuestros; feminicidios al final del día. Ya no importa la edad ni la zona ni el estado del país. Las mujeres están siendo secuestradas a las afueras de sus domicilios, como ocurriera hace unas semanas con Brenda, una mujer de 36 años raptada en la puerta de la casa de uno de sus vecinos mientras conversaban; una cámara de seguridad captó cómo en cuestión de segundos le arrebataron la libertad a una mujer en San Luis Potosí, la cual no ha sido encontrada.Estamos desarrollando una nueva mecánica del horror: desaparición, reporte, campaña de búsqueda en redes sociales, silencio de las autoridades, nueva ola en redes, manifestaciones, posible respuesta de las autoridades, nuevas manifestaciones de la sociedad en las calles y entonces el problema es la sociedad en las calles.En esta comedia del absurdo, las detenciones de la autoridad llegan luego de que no es posible tolerar más indiferencia, cuando se incendian edificios o se detiene el tráfico como sucediera con los padres del adolescente Hugo Carbajal, que paralizaron el Periférico en la capital del país para exigir la aprehensión del hombre -con rostro, nombre, apellido y ubicación- que mató a su hijo en una fiesta clandestina hace poco más de una semana. ¿Qué padre no llegaría al límite por sus hijos?¿Cuánto rigor hace falta para frenar la ola de feminicidios en el país? ¿Se debe llegar al extremo de Bukele contra las pandillas maras en El Salvador? Lo dudo, la “mano dura” no siempre ha generado resultados y no sé qué están observando las autoridades, más preocupadas por autoafirmarse que por encontrar estrategias.puntociego@mail.com