Jueves, 18 de Abril 2024

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Providencia: paraíso del ruido y la inseguridad

Por: José M. Murià

Providencia: paraíso del ruido y la inseguridad

Providencia: paraíso del ruido y la inseguridad

A Piero Vega, con gratitud

No hace tantos años que la colonia establecida donde había estado muy antiguamente la Hacienda de lo Providencia, de la que sobrevive tan solo un pedacito de acueducto en el parque “Silvano Barba González”, estaba considerada uno de los lugares más habitables dentro de las mejores ciudades posibles.

¿Qué sucedió después de 18 años de gobiernos panistas y similares? El resultado salta a la vista.

Por un lado se repartieron a diestra y siniestra permisos para antros disfrazados de tragaderos, sin los más mínimos requisitos de estacionamiento y circulación. Ello atrajo a toda suerte de viene- viene agrupados e independientes cuyas funciones también resultan ser a menudo de espionaje para la delincuencia, además de disponer a su antojo y el mayor lujo de prepotencia de banquetas y entradas de cochera.

A ello debe agregársele la clientela, con frecuencia detestable de juniors adinerados que, como es natural, agarran la juerga con singular y envidiable alegría pasándose por el arco de triunfo el descanso de la ciudadanía.

Entre las bocinas de los coches y, sobre todo, los aparatos de sonido de los llamados antros que, por estar en tarrazas abiertas, lanzan a los cuatro vientos su orgía de decibeles, durante las noches de fin de semana, puede gozarse ahí del más bucólico escándalo.

A ello se le ha sumado la plaga de “desarrolladores” (más bien asesinos urbanos) que, con sus tranzas, antaño en fraccionamientos inoperantes y ahora con edificios más altos de lo supuestamente  permitido, coludidos, claro está, con un empresariado que destaca principalmente por negociar con viviendas, a la manera de las viudas de antes, y el contubernio de los gobiernos municipales de Guadalajara y Zapopan,  han ido logrando que toda el área metropolitana y, por supuesto, con la zona de referencia por delante,  resulte ser ahora un gran desastre.

Dicen que se abre una nueva época en el país, que significará una cuarta gran transformación: una suerte de revolución pacífica… ojalá nos llegue a Jalisco, donde también se ha proclamado “cambiar la historia”. Esto último no sabemos bien a bien qué quiere decir, pero no deja de abrir un resquicio de esperanza.

Sin embargo, al menos en Providencia Norte, los primeros síntomas no resultan muy alentadores. Habrá que desear que el nuevo presidente municipal se ponga las pilas y se asesore de quienes conocen los problemas bien y no de algunos de sus colaboradores más cercanos que ya han dado las primeras muestras de que debemos tenerles miedo, mucho miedo. 
 

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