Jueves, 25 de Abril 2024

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Mahler apoteósico

Por: Jaime García Elías

Mahler apoteósico

Mahler apoteósico

La ovación que subrayó la interpretación de la Sexta Sinfonía de Mahler a cargo de la Orquesta Filarmónica de Jalisco (OFJ), con su titular Marco Parisotto en el pódium, la noche del jueves en el Teatro Degollado, fue estentórea. Seguramente una de las más cálidas que hayan epilogado un concierto –en el caso, el segundo de la Segunda Temporada 2018– de la Filarmónica, sobre todo porque la sala no estaba llena a su máxima capacidad, porque las obras de Mahler son particularmente exigentes y porque se supone que el público tapatío no está muy familiarizado con sus partituras.

En una de las versiones de referencias de esta obra –la de Claudio Abbado con la Orquesta del Festival de Lucerna en 2006–, el aplauso del público sólo se desató 40 segundos después del pizzicato de las cuerdas con que culmina genialmente esta obra maestra de la música. Aquí fue casi inmediato. La ovación y los “¡bravo!” de la concurrencia fueron quizá tan espontáneos como los aplausos que se desgranaron al final de cada movimiento: algo que contraviene la etiqueta, pero vale como indicio de que tanto el compositor como la orquesta y el director cumplieron plenamente con su cometido.

Monumental como todas sus hermanas –nueve en total–, la Sexta carga, quizá desde su gestación, con el epígrafe de “Trágica”, al que algunos entendidos han añadido el de “Profética”. Difícil de ejecutar por la extensa dotación instrumental que requiere y por el esfuerzo físico y mental que demandan de los músicos los 80 minutos de aplicación, es, también, una obra difícil de escuchar, si bien, cuando la interpretación es tan limpia como fue la de la OFJ y la dirección tan pulcra la de Parisotto, el resultado es de plenitud estética, como corresponde a una obra de arte en toda la extensión del concepto.

Tanto en los pasajes brillantes (los allegro energico de los movimientos primero y cuarto, como en los apacibles (el andante moderato del tercero), el tono sombrío de la partitura (“una obra sobrecogedora, que nos lleva de momentos luminosos y sublimes hasta las profundidades más densas, oscuras y pesimistas de su ser”, apuntaba el programa de mano) fue proyectado magistralmente por el ensamble. La comunión de orquesta, director y público, así, fue evidente.

El programa se repite este domingo, en la misma sala, a partir de las 12:30 horas.

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