El caso de Ana Karen, Luis Ángel y José Alberto González Moreno, encontrados el domingo en un tramo carretero que va de Zapopan a San Cristóbal de la Barranca, despertó indignación en la sociedad.Un comando se llevó a los jóvenes (uno era estudiante de la UdeG) desde el mismo viernes. Con armas largas y cortas, y chalecos tácticos, irrumpieron en su hogar y los privaron de la libertad.El caso recuerda al de Daniel, Salomón y Marco, los estudiantes de cine desaparecidos y asesinados en marzo de 2018. Otra vez son jóvenes e inocentes. Otra vez la autoridad se queda pasmada ante un hecho que indigna a todos.Del caso de los estudiantes desaparecidos nunca supimos las razones y los nombres de los culpables. Lo más lamentable es que en esta nueva tragedia la historia está condenada a repetirse.***La inseguridad y los eventos de alto impacto asolan al Estado. Al caso de los tres hermanos se suma el desplazamiento forzado de casi 600 personas en Teocaltiche ante el temor de nuevos enfrentamientos entre criminales.Y a eso sumamos la impunidad con que el fin de semana un comando asesinó a cinco personas en un bar de Jocotepec. La situación no puede sostenerse más así. Es urgente que las autoridades, más allá de la retórica de siempre, propongan acciones y metas concretas para acabar con la inseguridad.***En el Congreso estatal se le está acabando la beca al contralor interno, Raúl Bermúdez, a quien se le vence el nombramiento en unas semanas.Bermúdez llegó al cargo impulsado por Enrique Aubry, ex diputado del Partido Verde, y pasó por el puesto sin muchos logros que presumir, pues aunque tuvo casos como los procesos contra las ex legisladoras María del Refugio Ruíz Moreno, Juana Ceballos y Anahí Olguín, al final todo quedó en relumbrón y libraron las sanciones.El combate a los clásicos aviadores del Legislativo es otra asignatura pendiente. Lo único claro es que llegue quien llegue de contralor, mientras los que mandan en el Congreso no dejen de auspiciar viejas prácticas, poco podrá hacer.
