Viernes, 10 de Octubre 2025

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Énfasis que a lo mejor no estorba

Por: Augusto Chacón

Énfasis que a lo mejor no estorba

Énfasis que a lo mejor no estorba

Es emocionante cómo los políticos profesionales se apasionan por su profesión, oficio o entretenimiento, no queda claro el sentido que dan al hecho de detentar un cargo de elección popular, pero no importa lo que para ellas y para ellos represente su entrega a los quehaceres con los que se ganan la vida, lo cierto es que les apasiona. No obstante, y sin ánimo de incordiarlos, y tampoco con ganas de que renuncien a su frenesí mediático-cómico-onírico, es pertinente recordarles que hay municipios, Estados y un país entero que requieren ser gobernados, y no aludimos únicamente a la geografía objetiva, existen también demarcaciones subjetivas, políticas, urgidas de que los timoneles no se distraigan, el Congreso de la Unión y los congresos de cada Estado.

Pero bueno, por las alturas o bajuras  -según se vea- a las que los ha empujado su apasionamiento, es apropiado volver a ponernos de acuerdo sobre lo que está implicado en el verbo gobernar: dar rumbo, preferentemente positivo, a algunas materias que son comunes a las mujeres y hombres integrantes de la sociedad a la que tan ampulosamente dicen servir: seguridad y servicios públicos; restauración, conservación y protección del medio ambiente; garantizar que la gente disfrute de la libertad que la Constitución describe y que pueda acceder a los derechos que nos hacen, los políticos lo afirman a cada rato, un país moderno; respetar y hacer respetar las leyes, eso que con grandilocuencia brota en sus discursos: el Estado de derecho; velar porque se cumpla la igualdad sin distingos y porque la riqueza que producimos pueda ser equitativamente disfrutada. Por mencionar algunos de los asuntos que esperan eso, Gobierno.

Por lo anterior y porque parecen distraídos, es importante apelar a su memoria, no por criticarlos o con el afán de evaluar con mala leche sus impulsos por entregarse a la política que les acomoda mejor, no se vayan a sentir agredidos, entendemos que cuando la euforia pasional es el combustible de su trabajo, la piel, la suya, tiende a sensibilizarse, nomás recurrimos a hacerles voltear hacia su pasado reciente porque nos hacemos cargo de que el delirio que los desborda bien puede haberlos llevado a perder de vista algunos detalles de los compromisos previamente adquiridos, con la nación o con partes de ella. De este modo, miembros de la clase política que están en la nómina que se paga con el erario:

No olviden que en la campaña previa a la votación para acceder al puesto que hoy ocupan, afirmaron que despachar como alcaldes, diputados, senadores, gobernadores o Presidente era imprescindible para la buena marcha del territorio político que se propusieron encabezar. Aseguraron que llegarían a enmendar los yerros de sus antecesores y pondrían a sus electores en condiciones edénicas. No es que les creyeran absolutamente, pero eso ofrecieron, sin empacho.

Por lo que acaba siendo casi una fatalidad que tengamos que recordarles que su actuar electoral presente, evidente o soterrado, consume la mayor parte de su tiempo, marginan las obligaciones que voluntariamente adquirieron y deja nítidamente asentado algo que las ciudadanas y ciudadanos no vieron cuando les pidieron su voto, pero que a cada proceso electoral se manifiesta con más nitidez: que ni falta hacen, ustedes, en el cargo que con denuedo y dinero buscaron. Y se nota porque han delegado su responsabilidad o simplemente la botaron porque el sitio en el que su actuar sí es imprescindible siempre está más allá, en otro cargo y para otra gente.

Nomás para no ser omisos, y porque tal vez les resulte útil, ofrecemos la siguiente reflexión: cuando pedían que las personas votaran por ustedes se referían a ellas de manera elogiosa, que si su inteligencia, que si lo que el municipio, el Estado, el país deben a la capacidad de trabajo y sacrificio que a lo largo de la historia de México han demostrado, etcétera. Más todavía, según ustedes insinuaron o de plano expresaron en muchas ocasiones, una vez que en las urnas hubo más votos a su favor, la gente que los favoreció lo hizo merced a que gozaba de un alto nivel de discernimiento, el que la llevó a reconocer qué lo mejor para ella eran cada una y cada uno de ustedes. Así, ¿por qué ahora parecen suponer que, pasada la fiebre electoral, esas mismas personas perdieron sus dotes de entendimiento? Como si ahora, súbitamente, hubieran adquirido la incapacidad de notar que ustedes están embarcados en campañas electorales ilegales y sin dar pruebas de que su paso por el puesto que tienen o tenían haya producido los beneficios que anunciaron hace no tanto.

Por supuesto, nadie, esperamos que nadie crea que al señalar semejantes obviedades dirigiéndose directamente a las y los interpelados vaya a modificar sus actitudes y sus convicciones, pero es una catarsis. Aunque la posibilidad de que esas obviedades tengan eco en la otra ladera es más alta, entre los ciudadanos que al cabo son quienes sustentan, con dinero y atención, el circo de la política electoral (que a lo mejor es la única política que cuenta para la mayoría de los profesionales de ella, por lo pronto para el presidente, sin duda), por lo que para las comunidades forman y que padecen la falta de gobiernos constantes y eficaces, lo único que es necesario recordar es que aquellos que se ofrecen en las vitrinas partidistas son como son y serán como han sido: las elecciones no son una incubadora de redención. Seguir el tranco de su pasión estrictamente personalista por alzarse con el poder, sin contraponer una crítica tenaz al estado de cosas -día a día, no sólo en la urnas- del que en buena medida ellos son responsables, acarreará el resultado cíclico: que sea irrelevante quien gane.

agustino20@gmail.com

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