Viernes, 26 de Abril 2024

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El Tec pone la muestra (una vez más) al Iteso: ciudad abierta

Por: Juan Palomar

El Tec pone la muestra (una vez más) al Iteso: ciudad abierta

El Tec pone la muestra (una vez más) al Iteso: ciudad abierta

A Y.P. in memoriam

Todos los que más o menos conocen la historia del Iteso saben que esta universidad fue fundada por un grupo de padres de familia (entre los que estaba el padre de quien esto escribe), los que empezaron su esfuerzo hacia 1956. Tomaron como el modelo a mano al Tec de Monterrey.

Afortunadamente, poco después, y muy juiciosamente, ese grupo le pidió a los jesuitas que se hicieran cargo de esa institución. De allí que haya sido, y sea, en tantos sentidos y venturosamente, diferente del Tec. Spiritus redimet materiam. (Lema que el Iteso debe de recuperar en vez de la actual cursilada.)

Pero ahora el Tec vuelve a poner un espléndido ejemplo: abre su campus a la ciudad de Monterrey. Repara así uno de los efectos de su implantación: el deterioro de toda la zona circundante debida a haber nacido ese campus como un “coto” impermeable. Igualito a lo que ha hecho el Iteso.

El modelo de universidad-“coto” está ampliamente superado. DEBE ser ampliamente superado. Es hijo del modelo norteamericano, y está en oposición a los modelos europeos como la Sorbona, Oxford, Cambridge, etc., etc. El primer error fue el campus de la Unam. Hasta Teodoro González de León, coautor del plan maestro, aceptaba que fue una pifia monumental que propició el rápido deterioro del centro de México.

El Iteso empezó en el centro (frente a la Rotonda) y llegó a tener allí tres o cuatro sedes. Así debió haber seguido. Otro gallo, mucho mejor, le cantaría al Iteso y al centro de Guadalajara: 10 mil alumnos, tres mil profesores, seiscientos empleados dándole vida cotidianamente. Y ahorrándose millones de hora de traslados y su consecuente contaminación. En realidad, con el paso de los años, el Iteso le queda cada vez más lejos a todo mundo. Para perjuicio de todo mundo, propios y extraños.

Don José Aguilar Figueroa donó, a principios de los sesenta, los terrenos del actual campus del Iteso. Una caridad muy bien recompensada por la enorme plusvalía que sus terrenos de todo alrededor recibieron de inmediato. Y reciben al día de hoy. Lo malo es que el terreno queda en casa de la fregada. Donde da vuelta el aire y se ocupa pasaporte (y credencial del Iteso). Y perjudica a los vecinos: la muy depauperada Agua Blanca, los “cotos” ventajositos de atrás, etcétera.

El ejemplo del Tec es estupendo. El Iteso (y la Univa, la UAG, la U de G, el Tec sucursal de aquí, la Panamericana, etcétera) debían seguirlo de inmediato. Las universidades se supone que son maestras de la vida. Por lo tanto, no deben de perjudicar a la ciudad. Al contrario: deben abrirse a ella, socorrer a los vecindarios próximos y lejanos, promover la cultura cívica y ecológica. Ser ciudad. Ser grandes jardines para todos, sobre todo para las grandes mayorías que no los tienen.

Así es que el Iteso tiene ante sí un gran y precioso reto: abrirse, conforme a la doctrina jesuita: hombres para los demás. Ojalá que el rector del Iteso, R.P. José Morales Orozco, S.J. leyera estas líneas respetuosas y cariñosas. E hiciera algo.

Sobre la apertura del Tec, ver:  https://elpais.com/elpais/2017/03/24/videos/1490327053_630426.html

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