Martes, 23 de Abril 2024

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El Ministerio de la verdad

Por: Luis Ernesto Salomón

El Ministerio de la verdad

El Ministerio de la verdad

El fantasma del Gran Hermano y su Ministerio de la Verdad imaginado por Orwell recorre el mundo como una amenaza a la libertad, la democracia y la dignidad personal.

El uso de las redes sociales está abriendo el camino para que la información que generamos todos los días se procese y use de forma descontrolada. La información al respecto es alarmante: algunas naciones como China y Rusia han desarrollado sistemas informáticos que interfieren abiertamente en el ámbito de la libertad personal de sus ciudadanos y los de otras naciones.

Las redes sociales se han convertido en instrumentos políticos definitorios. Algunos levantamientos populares fueron impulsados por estos medios en Irán en 2009, en el Norte de África en 2011, como en Ucrania en 2014, en estos casos las personas se apoderaron de un medio para expresarse y los líderes tradicionales fueron rebasados. Los servicios de inteligencia detectaron el valor político de estas herramientas y los cerebros políticos actuaron en consecuencia. El común denominador fue la intención de controlar, influir o afectar el comportamiento político en las naciones democráticas de Occidente. Mientras los regímenes autoritarios y las dictaduras emprendieron acciones para controlar el uso de internet de forma más eficaz, y al mismo tiempo, usar las redes sociales para sus objetivos.

Ahora ha quedado claro que Rusia las usó de forma encubierta para influir en las elecciones de Ucrania, Francia, Reino Unido, Alemania y por supuesto en Estados Unidos en donde ahora las autoridades han iniciado procesos judiciales contra 13 personas y algunas empresas de nacionalidad rusa, poniendo en evidencia la profundidad y forma de operar de la interferencia.

De hecho, Facebook ha estimado que el contenido ruso en su sistema incluyendo los anuncios pagados llegó a 126 millones de personas en el proceso electoral que llevó a la presidencia a Donald Trump. Queda claro que hay enormes esfuerzos para manipular subrepticiamente la opinión pública de los países que tienen elecciones y si naciones como Estados Unidos, Alemania y Reino Unido no han podido proteger sus sistemas electorales de ataques externos, naciones como la nuestra quedamos expuestas.

Ante la falta de datos fiables cada vez crecen más las teorías de la conspiración en cada país, socavando la confianza en las instituciones democráticas y abriendo paso a la agitación. Esta amenaza global también tiene sus propios actores nacionales quienes hacen su propia versión de los instrumentos de manipulación abriendo un mercado comercial a la venta de toda clase de desarrollos lícitos e ilícitos para influir en la conducta personal.

Las resonancias de las redes sociales llaman al radicalismo y eluden el debate democrático. El fomento a la polarización política y la sed de venganza acorrala a los líderes que al hacer pactos políticos son fustigados duramente en las redes. Pero eso no queda ahí: la exaltación al odio, al terrorismo y el acoso se trasladan al mundo real a gran velocidad.

La violencia virtual incitada desde el anonimato de internet se convierte rápidamente en violencia real. Por eso el debate respecto a la regulación jurídica de las redes sociales se convierte en esencial y urgente. En algunos países se intentan mecanismos locales, pero la realidad de los hechos muestran la necesidad de que sean instrumentos internacionales los que la regulen. La cuestión esencial en este tema es la protección a la libertad de expresión y los alcances que pueden tener las instituciones que controlan ahora de hecho, el torrente de datos en internet.

En el proceso electoral que se avecina en México veremos actuar a muchas empresas expertas en el manejo de datos e inteligencia artificial. Será muy difícil identificar los intereses que las impulsan, más allá de los económicos. Las autoridades en gran medida ahora quedan expuestas ante el poder de las empresas que manejan las redes sociales.

La ciberseguridad es un tema esencial de la seguridad nacional y al mismo tiempo crece la tentación de las autoridades para usar las herramientas para fines de control político. Quién adquiera de buena o de mala forma la tecnología para intentar manipular la opinión pública tiene una enorme ventaja electoral.

Los intereses de otras naciones y los de grupos criminales pueden aparecer dentro de los procesos de comunicación política. Parece que estamos en la calma que precede a la tormenta.

El fantasma del Ministerio de la Verdad se pasea también por acá.

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