A los casos cotidianos de desaparición de personas en lo individual, se está presentando el fenómeno de desapariciones masivas en la zona metropolitana de Guadalajara sin que las autoridades hagan lo suficiente por regresar con vida esas personas a sus familias.Hay dos graves casos, al menos, ocurridos en lo que va del año. El secuestro y desaparición de cuatro varones en un taller en San Pedro Tlaquepaque, ocurrido en marzo pasado; y la desaparición de cinco jóvenes en Toluquilla, en julio pasado.El viernes 24 de marzo de este año a las 16:20 horas, diez presuntos elementos policiacos llegaron en varias camionetas a un taller mecánico ubicado en la Colonia Agua Blanca en San Pedro Tlaquepaque, y se llevaron a Christian Israel Aguirre Ramírez (37 años), José Israel Delgado Bueno (17 años), Sergio Santana Rodríguez (34 años) y Osvaldo Raúl Barriento Estrada (20 años).En Toluquilla, el pasado 20 de julio fueron desaparecidos Karla Gabriela Macías Cortés de 17 años, Lesly Noemí López Mejía (de 25 años), Raúl Sánchez Rodríguez (pareja de Karla), Ramiro Flores Navarrete, y un joven identificado como Michel. Fueron vistos por última vez en una plaza por la avenida Adolf Horn, en Toluquilla, a bordo de un vehículo.Son casos de desaparición masiva que no han sido atendidos debidamente por las autoridades. Todos los casos de desaparición son graves, pero más en estas desapariciones masivas porque implican un nivel de operación mayor al secuestro de una personas en lo individual, por que eventualmente más personas, vehículos y logística están implicados, y porque estos secuestros masivos podrían dejar más evidencias y testigos que permitan a los investigadores oficiales resolver con celeridad estos casos. Pero no ha sido así.En el caso de la desaparición de las cuatro personas en el taller de la colonia Agua Blanca, la esposa de unos de los desaparecidos ha declarado que testigos escucharon que las personas que se llevaron a su marido y a los otros tres varones, se presentaron como “policías judiciales” y sin embargo la Fiscalía General del Estado (FGE) no ha deslindado responsabilidades.En el caso de los cinco jóvenes desaparecidos el 20 de julio en Toluquilla, pasaron tres meses antes de que los policías investigadores consiguieran las “sábanas” de las llamadas telefónicas para tratar de indagar sus últimos contactos y posible geolocalización.La mayor evidencias del fracaso de un Estado es cuando se muestra incapaz de proteger la vida de las personas. Esto ocurre cuando en la zona metropolitana de Guadalajara grupos de sicarios, de policías o de ambos, pueden armar operativos para llevar a cabo desapariciones masivas con total impunidad.Estos dos casos de desapariciones masivas cuya búsqueda debiera ser prioridad de la autoridad, pero también asuntos de interés general y notas de primeras páginas en los medios de información.A pesar de sus palabras, con su actuar, el gobierno ha abandonado o traicionado a las familias de los desaparecidos. La sociedad no debe abandonar a estas familias. De manera masiva debemos participar en la difusión de estos casos, y en lo posible, hacer búsquedas colectivas para dar con todos los desaparecidos.
