En medio de la peor crisis de salud que nos haya tocado vivir y de cara a la que puede ser la más profunda crisis económica en un siglo, parecen un tanto absurdos los tambores de guerra políticos, los llamados a la destitución del presidente y la respuesta de él mismo para adelantar la revocación de mandato, que resulta de un machismo político digno de un pleito de secundaria.El desgaste del presidente ha sido enorme, ha caído 20 puntos en la aprobación de su gobierno en un año, pero nada distinto a otros: el tamaño del desplome es siempre directamente proporcional a la expectativa. En ese sentido el gobierno más parecido al de López Obrador es el de Fox, que cayó 30 puntos en los primeros quince meses. Cuando López Obrador rompió la barrera de los cincuenta puntos en algunas encuestas los tiburones olieron sangre. Carroñeros, los llamó el presidente, pero como bien tuiteó Rosanna Reguillo, si los animales carroñeros levantaron la nariz es porque algo huele a podrido en la autodenominada Cuarta Transformación. La política es por definición carroñera, y si no que se acuerden los seguidores de López Obrador qué estaba haciendo hace cuatro años.El presidente retó a sus detractores que andan en la calentura de juntar firmas que adelanten para el 2021 la revocación de mandato. Ambas cosas son igual de absurdas, revocar el mandato de un presidente electo democráticamente debe ser solo en casos de fuerza mayor. Podemos estar o no de acuerdo con la gestión de este o aquel presidente y el mecanismo para corregir el rumbo cuando este no nos gusta se llama elección intermedia. De cómo votemos en el 2021, pero sobre todo de qué nos ofrezcan como alternativas Morena y sus aliados y los partidos de oposición dependerá el futuro del sexenio de López Obrador. Si la oposición es capaz de articular un discurso coherente en el que proponga alternativas serias desde el Poder Legislativo y desde los gobiernos de los estados, seguramente le irá mejor que en la elección del 2018. Pero si, por el contrario, los opositores al presidente se dedican, como hasta ahora, a hacer solo una crítica banal, concentrada en las formas, lo único que lograrán será ahuyentar a los ciudadanos de las urnas, lo cual siempre beneficia al partido en el poder.Será hasta finales de año o principios del siguiente cuando podremos hacer una verdadera evaluación de la gestión de la crisis de salud, y sobre todo la económica, que haga la administración lopezobradorista. Será entonces el momento de discutir el rumbo a seguir y de poner sobre la mesa propuestas. Ahora lo que toca es salir todos, como ciudad, como estado y como país, lo menos golpeados y con el menor número de víctimas de ambas crisis.Diego Petersen Farah(diego.petersen@informador.com.mx)