Miércoles, 24 de Abril 2024

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Barrio bravo, mundo aparte

Por: Gabriela Aguilar

Barrio bravo, mundo aparte

Barrio bravo, mundo aparte

“Bienvenidos a Lomas del Sur, donde a diario matamos a alguien como parte del show”, decía un adolescente en medio de ambulancias, patrullas y un grupo de gente enardecida por la muerte de un joven de 24 años al que acaban de disparar afuera de su casa. El ambiente era tenso. Vecinos arriba del techo de sus casas lanzaban piedras. Policías intentaban calmar las reacciones. Ocurrió el domingo 4 de agosto.

Hace dos semanas uno de los hombres muertos en un restaurante de comida rápida en Zapopan fue un menor de 17 años de edad de nombre Bryan Alexander. ¿Qué relación tienen estos hechos? Para entender el contexto de por qué más niños se incorporan a las filas de bandas delictivas hay que conocer cómo se vive en colonias como Lomas del Sur, ubicada en la periferia de Tlajomulco, cercana a las vías del tren y en donde los “buenos y malos” se dividen por unos cuantos metros.

Aquella mañana de domingo no habían transcurrido ni 20 minutos del homicidio, cuando un grupo de por lo menos 10 hombres armados con machetes llegaron a una casa ubicada a unas cuadras del lugar del crimen, aparentemente ahí vivían los responsables del asesinato. Quemaron la vivienda y un carro, al que además voltearon y dejaron en la cochera.

Cuando los elementos de la Fiscalía arribaron al sitio, sólo sabían que “El Barney” y “El Paquete” huyeron, pasaron las vías del tren y se internaron en una amplia zona de matorrales.

Un señor de edad avanzada y con bastón en mano maldecía lo ocurrido, decía que esa colonia era controlada por narcomenudistas que se disputaban la plaza y que no podían ni siquiera salir a la tienda porque les quitaban a golpes lo que llevaran, fuera quien fuera. “Por eso pasa esto, porque estamos hartos, nosotros tenemos que hacer justicia”, me decía. ¿Cuál justicia?, pensé.

El local de una cadena de tiendas de conveniencia ubicado en la esquina tiene los refrigeradores con candado, al mes reporta 25 mil pesos de pérdidas por robo hormiga.

En las esquinas de las calles abundan los grupos de menores, niñas y niños jugando a ser adultos, algunos conviviendo como marido y mujer, otros hablando de que salieron de sus casas e interrumpieron la segunda temporada de Capos de la Droga, en Netflix, cuando escucharon los machetazos, no querían perderse la función del día. Reían y bromeaban sobre el tema. No había diferencia, no existe entre la realidad y la ficción.

Los bebés o niños de la guerra contra el narco -interminable- ya crecieron, quizá huérfanos, familiarizados con el vocabulario de la época en la que les tocó vivir; “levantados”, “encobijados” y “cuotas”, son parte de su propia realidad.

Ahora que son adolescentes no conocen otra alternativa de vida porque ese es su mundo, son heridos permanentes de la guerra que se libra en las calles.

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