Sábado, 20 de Abril 2024

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Ante la urgencia: espacios emergentes, imaginación

Por: Juan Palomar

Ante la urgencia: espacios emergentes, imaginación

Ante la urgencia: espacios emergentes, imaginación

La crisis por falta de vivienda adecuada es ya crónica. La oferta existente en las periferias urbanas ha demostrado sus muy graves limitaciones. Espacios mínimos, falta de servicios e infraestructuras apropiadas, distancias desproporcionadas a destinos indispensables y muy lejanos, severas carencias en transporte. Sin embargo, grandes contingentes poblacionales continúan nutriendo los cada vez más inaccesibles e insatisfactorios desarrollos dormitorio. (Y otros numerosos contingentes se ven obligados a abandonar sus casas y regresar a donde puedan de la ciudad conectada).

Por otro lado, las zonas céntricas y consolidadas de la ciudad mantienen desocupados o subutilizados porcentajes muy significativos de sus superficies construidas. La expulsión de población de esas demarcaciones obedece a diversos factores: encarecimiento artificial y especulación fantasiosa del suelo, deterioro de los entornos, desarreglo de las fincas disponibles, y un sentimiento deletéreo de que hay que buscar a toda costa “lo nuevo”, dejar atrás a la trompa talega modos de vida que por siglos han comprobado su vigencia en  barrios y rumbos tradicionales.

Muchos estudiosos han demostrado fehacientemente, por ejemplo, la sensatez de rentar vivienda como alternativa a gravosas y lastrantes hipotecas a muy largo plazo. Esta idea está ausente de la mentalidad al uso entre usuarios, promotores, autoridades. No existe a la fecha ningún censo o conteo serio de la superficie de espacios disponibles para acondicionamiento, venta o renta en la ciudad consolidada. Esa sería la base para establecer un programa de repoblación efectivo que llevara a poner a disposición de la población decenas de miles de viviendas satisfactorias.

Desde luego que no se trata únicamente de las soluciones específicas para cada vivienda. Junto con este esfuerzo habría que plantear conjuntos o redes, mejorar los contextos particulares, consolidar los barrios, optimizar servicios en general y seguridad, recuperar espacios abiertos (banquetas, plazas y rinconadas), forestar las calles. No es tan complicado, simplemente se necesita poner los esfuerzos y los énfasis de las acciones en donde precisamente se ocupan.

Uno de tantos ejemplos, pudiera ser el espacio que ilustra la columna (fotografía de Gonzalo Lebrija). Es uno de tantos casos donde la nobleza, la generosidad especial y la flexibilidad de uso podrían reconvertir una casa tradicional que se degradó hasta ser ahora una bodega abandonada en cuatro o cinco (aprovechando plantas altas o azoteas) muy satisfactorias viviendas. El centro del problema está en situar los miles de casos similares, establecer un programa de acción concreto en apoyo a los propietarios y a los futuros usuarios, determinar las demarcaciones de intervención, reforzarlos, revivirlos.

Sin imaginación no hay poder. Poder para incidir decidida y positivamente en la ciudad, en el mejor destino de sus habitantes.

jpalomar@informador.com.mx

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