Viernes, 26 de Abril 2024

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Aniversario nonagésimo tercero de la UdeG

Por: José M. Murià

Aniversario nonagésimo tercero de la UdeG

Aniversario nonagésimo tercero de la UdeG

De un tiempo acá han proliferado en Guadalajara instituciones educativas de todos colores y sabores que se proclaman con el nombre de “universidad”. Antiguamente solo había una, fundada por el Gobierno revolucionario que encabezó José G. Zuno, que tenía atribuciones oficiales para expedir certificados de estudios superiores. Pero muy pronto la UNAM traicionó a Jalisco validando, mediante una buena feria, los estudios realizados en una institución privada -calificada como “autónoma”- de corte abiertamente reaccionario por no decir fascista.

La convivencia, no precisamente pacífica, duró bastante, hasta que los jesuitas respondieron a la necesidad de estudios bien ordenados, pero menos derechistas y nació un Instituto Tecnológico que ofrecería programas cada vez más diversificados.

Finalmente, gracias en parte al desgarriate y la mafia que estableció su hegemonía en la “máxima casa de estudios”, castrando al buen trabajo académico, ésta perdió el monopolio y las instituciones más o menos superiores proliferaron, menguando sobremanera la fortaleza de “los autónomos” que finalmente abrazaron la causa del partido oficial, máxime que éste se iba echando también a la derecha.

Sobrevino entonces, en la década de los noventa, una cabal transformación de la Universidad original -la que no requiere de apellido para identificarse- que no solo se expandió por todo Jalisco sino que mejoró sensiblemente su trabajo académico y se abrió en verdad a una investigación de espectro muy amplio. Es decir, se convirtió en lo que significa hoy “universidad” (universal), a diferencia del sentido original de “universitas” que tiende más a referirse a un claustro.

Tal diferencia de significado entre ayer y hoy, además de la historia misma de la de la UdeG, permite asegurar que su fecha de natalicio es el 12 de octubre de 1925 y que nada tiene que ver con aquella institución efímera de fines del XVIII, de una naturaleza completamente diversa.

Lo que sucede es que en nuestro medio no faltan los ramplones con hedor a españolismo que ansían asociarse con el pasado colonial y con las raíces que nos legó el imperialismo español. Dicho de otro modo, carecen de la mexicanidad suficiente como para aceptar la posibilidad de que los mexicanos seamos capaces de crear instituciones tales que en España no habían siquiera soñado en 1925: establecimientos educativos de vocación popular y, sobre todo, laicos.

Esta Universidad nuestra, mi alma mater, que no requiere de apellido para saber de cuál se trata es, nos guste o no, un producto de la Revolución Mexicana. Ha tenido sus desviaciones, pero, en términos generales, se mantiene como tal.

¡Feliz cumpleaños!    

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