Jueves, 25 de Abril 2024

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Alfaro, ¿dónde quedó la popularidad?

Por: Diego Petersen

Alfaro, ¿dónde quedó la popularidad?

Alfaro, ¿dónde quedó la popularidad?

La popularidad de Enrique Alfaro sigue a la baja. En la encuesta de evaluación de gobernadores realizada por Consulta Mitofsky y dada a conocer el día de ayer, el gobernador de Jalisco pasó de un rango de calificación media a baja al pasar de 31 por ciento de aprobación en enero a 28.6 en febrero. El descenso ha sido continuo desde que comenzó la administración hace 15 meses y el gobierno se ve cada vez más perdido en sus propuestas y capacidad de acción.

La calificación es mala desde donde se vea. Comparado con otros gobernadores está entre los diez peor evaluados (por supuesto que muy lejos del inefable Cuauhtémoc Blanco que está en 6.7 por ciento de aprobación, la calificación más baja histórica para un gobernador). Comparado con sus antecesores, el resultado es aún peor, pues Aristóteles Sandoval y Emilio González Márquez estaban por encima de 50 por ciento en su segundo año de gobierno, a pesar de que fue justo en su segundo año cuando el gobernador panista nos mentó la madre.

Dejó de ser propositivo para convertirse en reactivo, pero sobre todo perdió eso que hoy llaman narrativa

Hay factores externos que explican este derrumbe del que parecía ser el político más fuerte de Jalisco en las últimas décadas. Gobernar con López Obrador como presidente no es fácil, menos aún siendo de oposición, pero esa condición la comparten los dos gobernadores mejor evaluados, Mauricio Vila en Yucatán (PAN) y Quirino Ordaz en Sinaloa (PRI). Sin descartar, pues, la dificultad de gobernar a la sombra de López Obrador, los factores internos son sin duda los más relevantes.

El primer factor de explicación puede ser el problema de seguridad. Todo el estado, pero particularmente la zona metropolitana, vive un momento de alta inseguridad. Las cifras mejoran (ayer mismo se dieron a conocer las de febrero y efectivamente sigue la tendencia a la baja), pero la percepción y el número de víctimas sigue siendo enorme. Es cierto, 21 de los 32 gobernadores del país cayeron en su índice de aprobación, y en la mayoría de los casos la inseguridad parece ser parte importante de la explicación. El segundo factor, y quizá el más importante, es la falta de empatía. Es común escuchar a ciudadanos que se preguntan dónde quedó el Alfaro de las campañas, el que era capaz de traducir sus inquietudes, el que pensaba como ellos, el que parecía tener respuestas para todo. Dejó de ser propositivo para convertirse en reactivo, pero sobre todo perdió eso que hoy llaman narrativa, una versión compartida y coherente de a dónde va el gobierno y a dónde quiere llevar al estado, más allá de una refundación etérea y lejana.

Como los futbolistas en sus malos momentos, Alfaro perdió el toque y ya no atina una a la portería.

(diego.petersen@informador.com.mx)
 

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