Jueves, 28 de Marzo 2024

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* “Jugar bien”

Por: Jaime García Elías

* “Jugar bien”

* “Jugar bien”

Para muchos observadores, es una paradoja; para los críticos sistemáticos del Atlas, simple pretexto de sus incondicionales, de sus dirigentes y de su técnico: la aseveración de que la mala racha del equipo rojinegro -siete partidos sin victoria (y lo más escandaloso: sin gol) en lo que va del torneo de Liga-… no obstante que, según los defensores de la causa, “juega bien”.

La hipótesis remite a una serie de reflexiones; incluso es un buen ejemplo de discusión bizantina, entendida desde tiempos remotos -los del imperio bizantino, justamente- como la que se emprende a base de retorcidos planteamientos, enrevesadas argumentaciones y acalorados alegatos… a sabiendas de que no va llegarse a ninguna conclusión plausible porque, dígase lo que se quiera, ninguna de las partes dará su brazo a torcer.
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Si por jugar bien se entiende hacer lo conducente para ganar, es obvio que los resultados desmienten categóricamente la aseveración de que el Atlas juega bien. Si la valoración se hace a partir de que jugar bien implica defender bien, atacar bien y pasar de manera ordenada y sistemática de la defensa al ataque cuando se tiene el balón y del ataque a la defensa cuando el balón se pierde, aparecen en escena los “asegunes”

Ocasionalmente sucede que un equipo que colectivamente realiza de manera adecuada los movimientos ordenados a defender, se ve afectado por uno o varios yerros individuales del portero o de alguno de los defensores, con lo que el trabajo del grupo se estropea. Los 10 goles que el Atlas ha recibido, para un promedio de 1.4 en contra por partido, lo colocan por encima de los Necaxa y Puebla, que han recibido 12, y Veracruz, que es el peor, con 13, y apenas un gol por debajo de Santos Laguna y Morelia, que han recibido nueve… y ocupan los lugares tercero y cuarto del tabulador.
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La absoluta incapacidad mostrada para concretar las nítidas situaciones propicias que se han presentado en todos los partidos disputados hasta ahora, son sintomáticas de un fenómeno de carácter sicológico que, una vez que se vuelve sistémico, como parece ser el caso, tiende a acentuarse. Se trata del bloqueo, entendido como una súbita torpeza para hacer lo que de ordinario se hace, si no de manera sobresaliente, sí aceptable, cuando menos: algo que ya es crónico, evidentemente, pero que -ya se verá…- no es incurable.

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